Era la misma jornada que tras nueve días de un terremoto de más de siete grados que sembró la muerte y la desolación en cifras que oscilan alrededor de las 80.000 personas, aunque pueden ser muchos más, tuvo lugar una potente replica de 6,1 grados en la escala de Richter, que hizo revivir momentos de horror.
Tras este llamamiento del ente comarcal, ahora tenemos la palabra todos y cada uno de nosotros, como una sola mujer y un solo hombre, demostrando, que a pesar de la fuerte y grave crisis económica que padecemos, una vez más sabemos ser especialmente solidarios.
Las imágenes que nos ofrecen en todo momento las distintas cadenas de televisión son demoledoras, en las que miles de huérfanos y ancianos, cientos de ciudadanos, se nos muestran abandonados a su suerte, sin atención ni consuelo.
Haití, no es sólo una realidad que se encuentra padeciendo los días más tristes de su historia, sino que ha de ser un símbolo de la solidaridad internacional y para eso los haitianos, que han sido víctimas del rugido de la tierra bajo sus pies, necesitan de todas las manos y corazones del mundo.
De ahí que en estos momentos de tragedias, emergencias y desastres, nos tienen que hacer reflexionar que la solidaridad no puede ser un recurso excepcional, sino un valor que inclina al ser humano a sentirse unido a sus semejantes y a la cooperación con ellos.
La Mancomunidad de Municipios ha sabido tener altura de miras políticas, y lejos de cualquier color o protagonismo mezquino y estéril, ha cogido la bandera de la suma de esfuerzos, para que desde el Campo de Gibraltar el pueblo haitiano sienta y aproveche nuestro apoyo y ayuda.
Me ha parecido una excelente elección, el que la coordinación de esta campaña recaiga en una persona de las características de Miguel Alberto Díaz, por su entrenamiento y experiencias en causas solidarias, por su honradez, y por su capacidad de aglutinamiento y liderazgo.
Hoy más que nunca , quienes habitamos en este rincón del sur del sur, trabajadores, empresarios, medios de comunicación, agentes sociales, culturales, económicos, políticos y ciudadanos y ciudadanas anónimos , de esos que no salen en ninguna foto pero que engrandecen nuestra comarca con su esfuerzo y trabajo, hemos de demostrar una vez más que militamos en la solidaridad.
Ahora desde los ojos de quienes sufren en el occidente de la Isla La Española, estoy seguro que las mujeres y hombres de nuestros siete pueblos van a demostrar su sentimiento de fraternidad hacia el pueblo haitíano, sintiendo su empatía por el enorme dolor que están padeciendo como si fuera a nosotros mismos
Además, espero que este gesto sirva para reconocer a todos aquellos hermanos y hermanas del mundo, que sufren la indefensión y la indigencia, que viven en la extrema pobreza, que les digamos bien alto y fuerte a los poderes económicos que pretenden controlarlo todo, que hemos de hacer un ejercicio constante de colocarnos en el lugar de los otros, porque todos los seres humanos somos iguales en dignidad y derecho.
Toda aportación, por mínima que nos parezca, es absolutamente necesaria, y es nuestro deber y obligación demostrar que ante la solidaridad no hay fronteras, ni bandos, ni banderas. No existen colores, sólo otra persona que en cualquier lugar del mundo, necesita de nosotros material y espiritualmente.
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