¿Dónde vamos a llegar? Me recuerdo en clases de historia estudiando la Primera y Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil española. Me entraba la curiosidad de qué había hecho desencadenar semejante conflicto en el que las vidas humanas pasaban a ser meros números tras unas bombas, armas y masacres que desolaron los corazones de la humanidad. Para mí y creo que para muchas personas, era impensable que a día de hoy, en el mundo en el que vivimos, este hecho volviera a repetirse en países vecinos. Se me parte el corazón viendo a todas esas familias huir de su país, sin saber a dónde van, dejando atrás su tierra porque sus vidas corren peligro. Se me parte el alma viendo cómo vidas inocentes pagan el alto precio de la guerra por culpa de un político sin corazón. Un político que además se encierra en su casa, que prohíbe que en su país se cuente la realidad de lo que están haciendo, que prohíbe el uso de la palabra guerra, que tiene presos a todas esas personas que han alzado la voz para que esto acabe, que está jugando sus cartas en un juego en el que el pánico, la desolación, la destrucción, la muerte y el miedo son la consecuencia de perder la partida. Tan solo espero que esto acabe pronto. Que todos los ucranianos puedan volver a sus casas, que puedan volver a disfrutar en familia, que puedan salir a la calle sin temor a que te arrebaten la vida de un tiro en la cabeza. Y ojalá no tengamos que volver a estudiar más guerras en los libros de historia. Ojalá que este conflicto bélico acabe pronto.
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