Con cierto sufrimiento y mucha más brega de la esperada, Carlos Alcaraz terminó por aplacar el empuje del alemán Jan Lennard Struff y cerrar el triunfo en el Masters 1.000 de Madrid, el segundo consecutivo, al vencer por 6-4, 3-6 y 6-3, en dos horas y veinticinco minutos de dura lucha.
Sacó Carlos Alcaraz a la izquierda de Struff, que restó mal y lanzó la bola fuera. El español, a modo Nadal, se dejó caer al suelo, en el fondo de la pista, aliviado, feliz tras el esfuerzo. Se levantó y fue a felicitar a su rival.
Y es que fue esta vez un éxito trabajado. Elaborado punto a punto ante un adversario que no entraba en los cálculos y que por derecho propio se situó en la puja por un título por el que peleó hasta el final.
Necesitó Alcaraz de momentos de épica, de tenis de nivel y de cierto decaimiento de su rival en el último tramo del encuentro, cuando veía que la segunda final de su carrera, también sin éxito, se le escapaba y el triunfo en un torneo le daba la espalda.
Recurrió por momentos Alcaraz al auxilio de la grada. Poblada, llena, entregada con un tipo que se ha ganado su favor sin discusión, que irradia coraje, empuje, espectáculo. Respondió el público a la demanda del ídolo cada vez que lo necesitó.
No tuvo nada que ver este colofón con el del pasado año. El de su estreno como estrella en la Caja Mágica, cuando arrolló en el partido por el título al alemán Alexander Zverev en una hora y en dos sets (6-3 y 6-1). Aquél triunfo que llegó después de superar consecutivamente a Rafael Nadal y a Novak Djokovic, supo a poco. Nada que ver con esta edición.
Encaró Alcaraz la conquista del décimo título de su carrera y el cuarto del presente año después del Masters 1.000 de Indian Wells, Barcelona y Buenos Aires, con autoridad, con la confianza del campeón, con la rutina de un tipo que se maneja ya con desparpajo en la Caja Mágica, como andar por casa.
Y es que sumó frente a Struff veintiún victorias consecutivas en los torneos españoles de tierra, entre el de Barcelona y Madrid que ha conquistado de forma consecutiva en los dos últimos años. En la Caja Mágica logró su decimonoveno triunfo de 2023 en polvo de ladrillo, donde solo ha cosechado una derrota.
El pupilo de Juan Carlos Ferrero, que ya presume de cuatro trofeos Masters 1.000 -Madrid (2), Miami e Indian Wells-, tuvo la sensación de afrontar un duelo con cierto sosiego cuando a Struff le tembló el pulso en el arranque y cedió su saque con dos dobles faltas.
Pero el 2-0 con el que se situó el español fue un espejismo. Nada que ver con la realidad. Reaccionó el germano, el primer repescado que juega una final de un Masters 1.000 y que afrontaba en Madrid el momento más importante de su historia. De hecho, dio la vuelta a la situación y con un parcial de 3-0 se situó con 3-2 y tomó el mando de la manga.
Había encontrado el jugador de Warstein de 33 años la manera de poner contra las cuerdas al español. Además de su saque y de tiros largos, jugó al ataque. Saque y red, a la que recurría con frecuencia. Alcaraz no encontró el ritmo pero mantuvo el tipo. Rompió en el séptimo juego y consolidó. Tuvo el set en la mano y lo cerró.
Lejos de aplacar su empuje mantuvo el nivel Struff, que en el segundo se situó con un 3-0 que el murciano fue incapaz de neutralizar. Desperdició cada bola de rotura que tuvo. El alemán resistió, se llevó la manga y llevó el desenlace al tercer parcial.
Fue ahí donde se hizo fuerte el español. No decayó mientras el germano, que arrancó la competición en el puesto 65 y saldrá en el 28, el mejor de su carrera, aflojó. Excesivamente errático en los momentos clave, vio que el triunfo se le escapaba y asumió los juegos del final claramente resignado.
Alcaraz lo celebró, cerró su undécima victoria seguida en este tramo y tiene a tiro el número uno del mundo que ganará en Roma si decide competir, aunque pierda el primer partido.
El murciano, que se une a Nadal como los únicos en revalidar título en Madrid, es el más joven en defender un Masters 1.000 desde que el balear lo hizo en Montecarlo y Roma en 2005 y 2006
Amarra Alcaraz el décimo título de su carrera en el circuito. Diez trofeos y solo tres finales perdidas. Apunta a Roma y, sobre todo, a Roland Garros, su próximo gran objetivo.
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