Acento andaluz

¡Maldita cláusula suelo!

En un alarde de trilerismo, los bancos se han refugiado en toda clase de subterfugios y triquiñuelas para negar a la gran mayoría de estafados la devolución

Más de 3,5 millones de hipotecados se sienten en España decepcionados con su banco, estafados por los directores o trabajadores que les atendieron, y defraudados en su gran mayoría por la negativa posterior de estas entidades a reconocer sus engaños y sus abusos. Andalucía es la comunidad con más perjudicados: 630.000 que deberían recuperar una media de 8.000 euros. Después de años de clamor sin respuesta, el Tribunal de Justicia Europeo dictaminó la retroactividad total y las entidades financieras fueron instadas a devolver todo lo cobrado indebidamente desde que sus clientes firmaron el contrato hipotecario sin saber que tenían clausula suelo o sin conocer las consecuencias onerosas para sus bolsillos.

Sin embargo, en un alarde de trilerismo, los bancos se han refugiado en toda clase de subterfugios y triquiñuelas para negar a la gran mayoría de estafados la devolución de las cantidades que nunca debieron pagar de más. A reclamaciones pertinentemente cumplimentadas y exquisitamente argumentadas por abogados, las entidades han contestado con respuestas escuetas y frías: “Realizado el análisis pertinente de su solicitud, resulta que en su caso concreto no resulta que se cumplan todos los requisitos anteriormente detallados”. Un ejemplo palmario de cómo algunas firmas están respondiendo sin documentar su negativa. Otra de las principales críticas de la Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros de España (Adicae) es que hay entidades que dejan la carga de la prueba en el afectado al reclamar al cliente que sea él quien justifique por qué cree tener derecho a recuperar el dinero que se le ha cobrado.

En definitiva, los bancos prolongan la agonía de muchos hipotecados que depositaron en sus manos mucho más que dinero, sin calibrar, en su justa dimensión, que con su terquedad y engaño permanente han quebrado el principio de confianza y respeto de sus clientes, a los que no han dejado más camino que denunciarlos ante los tribunales. Espero que más pronto que tarde, los bancos tengan que abonar todo lo que nunca debieron ingresar, pero eso ya no les despojará del descrédito de credibilidad que se han ganado a pulso despreciando a sus clientes con tal de seguir presentando pingües beneficios.

Así las cosas, entiendo el lógico escepticismo que ha despertado en las organizaciones de consumidores el proyecto de reforma hipotecaria aprobado el pasado viernes por el Consejo de Ministros, que obliga a los bancos a advertir de la inclusión de cláusulas sensibles y de sus consecuencias. Es, en definitiva, el reconocimiento explícito de la culpa financiera. Sin embargo, a los hipotecados les aguarda todavía un largo y tortuoso camino judicial. Por todo ello:¡Maldita cláusula suelo y malditos bancos! n

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