Juntos como hermanos (galos)

Publicado: 12/11/2021
Autor

Pedro García Vázquez

Pedro García es periodista. Director de Informativos de 7 Televisión y Publicaciones del Sur

Absit Invidia

Con la esperanza de ser entendido por lo que pone, y por lo que no. Eso sí, sin ánimo de ofender ni en castellano, ni en latín

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¿Nos habría ido mejor si Napoleón hubiera culminado con éxito su invasión?
Dice mi padre, con evidente sorna pero con mucho fondo, que nos habría ido mejor si Napoleón nos hubiese invadido y, a día de hoy, fuéramos franceses. Por el contrario, en los años mozos, los de mi generación nos empapábamos de sentimientos antigalos por tierra, mar y aire. No solo veíamos volcar camiones de productos españoles en la frontera sino que el país vecino se había convertido en un santuario de terroristas. Incluso, contemplamos que un error de Arconada frustraba una merecida Eurocopa en 1984 ante la Francia de Platiní.

Con aquellos mimbres creamos un cesto en el que incluimos términos despectivos como gabachos y franchutes. La incorporación de España a la UE, la colaboración contra ETA y la madurez de la democracia española, entre otras cosas, han hecho que ese sentimiento antigalo sea afortunadamente un mal recuerdo de un pasado no tan lejano. Símbolo de esa magnífica relación entre ambos países, yo diría de la integración de los emigrantes españoles en territorio francés, es que la alcaldesa de París sea una isleña de San Fernando.



Francia ahora es un espejo en el que mirarse. Por supuesto, en la defensa de sus símbolos, pero también de sus intereses. Para muestra, dos botones: la protección de sus pescadores en la disputa postbrexit con Londres y su airada reacción tras la cancelación del encargo australiano para construir submarinos made in France que finalmente serán made in EEUU.

Mi simpatía hacia el país vecino llega casi al éxtasis cuando leo cuál va a ser el comportamiento de la Iglesia francesa ante los más de 330.000 casos de abusos sexuales ocurridos durante décadas. La Conferencia Episcopal Francesa ha acordado vender parte de su patrimonio para reparar e indemnizar a las víctimas, aunque los delitos ya hayan prescrito. Es más, los obispos galos reconocen la responsabilidad institucional y la dimensión de los casos de pederastia, además del deber de justicia y de reparación. Por contraste, en España, la Conferencia Episcopal solo reconoce 220 casos, sin reparación, y permite que sigamos cantando los temas que tarareamos de niños compuestos por un acusado de pederastia. Al final, algo de razón va a llevar mi padre.

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