Mucho se ha hablado de los hábitos. Del papel que juegan a la hora de automatizar ciertos comportamientos que no “pensamos” y que muchas veces nos juegan malas pasadas. Si nos fijamos en la definición de la RAE, un hábito es “un modo especial de proceder o conducirse, adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas”, es decir una manera de actuar que vamos adquiriendo desde la infancia, y que necesita su tiempo para irse desarrollando, tanto si ese hábito es positivo como si es negativo. Los hábitos se aprenden, se interiorizan y se automatizan, y también se pueden desaprender, pero es más difícil “dar marcha atrás” cuando hemos mecanizado una conducta.
Pero si alguien sabe de “hábitos” y el papel que juegan en la consecución del éxito es Ignacio Campoy, CEO de Formación Universitaria, la institución académica que ya ha formado a más de 100.000 alumnos en sus aulas virtuales.
Se puede decir que lo malos hábitos son fáciles de aprender, ¿qué ocurre con los buenos?
A ver, aprender o desaprender hábitos casi nunca es un proceso fácil ni rápido. Efectivamente, los buenos hábitos son normalmente más difíciles de adquirir que los malos, pero en general el tiempo va a depender, en gran medida, de la intensidad de la emoción que acompañe a nuestra decisión de empezar a actuar de una manera determinada.
Algunos expertos aseguran que se necesitan 21 días para desarrollar un hábito, ¿esto es así?
Existe un mito muy extendido que asegura que se tardan 21 días en formarse un modelo de hábito de complejidad media. Esto es, aquellos que podemos desarrollar fácilmente en tres semanas mediante la práctica y la repetición. Hay otros que obviamente necesitan más tiempo. No es lo mismo el hábito de planificar nuestra agenda profesional cada cierto tiempo, que adoptar el hábito de renunciar al tabaco.
Y yendo más allá¿cuáles son los hábitos de la gente de éxito?
Pues si tomamos como referencia Stephen Covey. Los siete hábitos de la gente altamente efectiva serían los siguientes:
- El hábito de la proactividad.
- El hábito de comenzar con un fin en mente.
- El hábito de poner primero lo primero.
- El hábito de pensar en ganar- ganar.
- El hábito de entender primero para ser entendido después.
- El hábito de sinergizar.
- El hábito de afilar la sierra.
Coméntenos brevemente que significa cada uno de ellos.
Cuando hablamos de “proactividad”, en realidad nos referimos a ir por delante, a tomar la iniciativa desde la consciencia y la libertad, evitando responder a los acontecimientos con reacciones automáticas. El propio Covey lo afirma así: “podemos reescribir el guión de nuestras vidas en cualquier momento”.
Empezar con un “fin en mente” no es más que no perder de vista tu objetivo, ¿por qué o para qué vas a hacer lo que va a hacer?. Siguiendo con el hábito de “poner lo primero lo primero”, no es otra cosa que atender los asuntos en tu día a día por orden de prioridad y no por orden de aquello que te va a resultar más fácil o menos tiempo a la hora de resolver. No dejarse llevar, en definitiva, por impulsos o deseos.
Cuando Covey se refiere al hábito de “pensar ganar-ganar”, lo que quiere decir es que todos los acuerdos que alcances deben satisfacer a las dos partes; tienen que ser buenos para ti y buenos para la otra persona o empresa con la que estés negociando. Muchas veces perdemos ese norte y vamos a una negociación con la idea de ganar a cualquier precio, incluso a costa del otro; nos da igual que en la negociación pierda un compañero, un trabajador, un socio o un stakeholder, sin saber que, más tarde o más temprano, el que ha perdido lo va a recordar. l
Fue el método Harvard de negociación el que cambió la tendencia de que, en un acuerdo, para que una parte ganara la otra tenía que perder.
Dale Carnegie, experto en comunicación, tenía una máxima maravillosa: “Vas a ganar más amigos escuchándoles tan solo un minuto que hablándoles de ti toda la vida”. Esto define perfectamente el “entender primero para ser entendido después”. Este quinto hábito parte de la premisa de que los demás no te van a entender si tú no das el primer paso, que es escuchar con presencia plena. Una vez que has comprendido al otro, ha llegado el momento de explicarte, de hacerte entender. Es la clave de la comunicación interpersonal efectiva.
Los dos últimos hábitos “sinergizar” y “afilar la sierra”, se refieren a valorar la diversidad de ideas y el trabajo en equipo, y a la necesidad de cuidar de nosotros mismos, renovarnos y permanecer siempre creciendo y aprendiendo, respectivamente.
Sinergizar no es más que sumar para demostrar que dos y dos son mucho más que cuatro, e implica reconocer y valorar las diferencias de cada uno, con la idea de unir fuerzas y neutralizar debilidades.
Y por supuesto el hábito que integra y nos permite vivir el resto de los mismo es sin duda el de “afilar la sierra”, porque esto nos asegura la continuidad de nuestra efectividad en el futuro.
¿Hay algún hábito más que consideres importante compartir desde tu dilatada experiencia profesional?
Sí, me queda un hábito adicional que compartir con los lectores, un hábito que llevo muchos años practicando: el hábito de la confianza. Las empresas, los negocios, los equipos deben liderarse a la velocidad de la confianza.
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