El titular nos lleva a la copla que los maestros Llabrés, Gordillo y Molés escribieron para ser cantada con la pasión y el entusiasmo de Marifé de Triana. Una sombra propagada por los abanicos de mil colores, vendidos por una muchacha en la puerta de la plaza de toros, mientras imaginaba la faena de la cuadrilla al filo de la tarde. Aquella sombra era tan breve y necesaria como lo ha sido siempre. En estos días es frecuente ver los abanicos convertidos en parasoles mientras los recados no permiten el cambio de acera. Y es que en verano buscamos locamente la sombra. La casa también la necesita, por esa razón si cuenta con espacio al exterior disfrutable, se transforma en un reducto de paz con tamiz para atemperar el calor.
Es frecuente ver las azoteas entoldadas y las terrazas con parasoles, a fin de oscurecer un poco la claridad, mientras nos dejamos amodorrar por el sosiego de la sobremesa. Cualquier rincón puede ser el adecuado, sin embargo el paseo habitual por los periódicos virtuales ofertan las persianas de bambú como novedad para un mejor uso y aprovechamiento de una zona exterior. Inevitablemente vuelven las alicantinas, las de lamas de madera con ganchos de alambre, el crujido seco al desenrollarse por encima de una varilla de hierro colocada para este menester en el balcón. Parecían desmayadas tras un largo vuelo. En el patio, sin embargo, se dejaban caer horizontalmente, como la entrada de una jaima. Los niños ya no veíamos losas, macetas ni la piletilla, sino dunas y cactus junto a un pozo seco.
Las persianas de bambú son tendencia, reza el enlace a modo de reclamo. Admirable el ingenio, capaz de elevar al grado superlativo lo de toda la vida, lo más corriente, a saber, la zona clara y recoleta de la casa donde la luz del sol puede moderar su habitual intensidad. Y esa claridad entre agrisada y azul la proporcionan las persianas, las que cambiaron la madera por formica y más tarde por varillas de bambú e hilo vegetal para favorecer que el sol se deshaga en motas de luz, ofreciendo la sombra más estilosa a estos espacios privados que dan el mismo título a un enlace de decoración sostenible.
La facilitada por Marifé de Triana también fue tendencia y se inmortalizó en una copla colorida y vistosa en el año 1964. Hoy se rescata en los concursos de talentos o se engancha en alguna esquina de la ciudad.
Con un guiño tierno y amable, la sombra se sigue vendiendo.
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