Con la llegada de la temporada estival llegan también las ferias y fiestas mayores a las ciudades y pueblos de la Costa del Sol, que, tras el obligado parón a causa de la crisis sanitaria, regresan lentamente al compás de la pandemia.
Los pocos municipios que hasta la fecha se han animado a reabrir las puertas de sus recintos feriales lo hacen bajo la atenta mirada de agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad, sin conciertos, con limitaciones de aforo, toque de queda, distancia mínima entre no convivientes y mascarillas.
Aunque las ganas son muchas, sólo hay que echar un vistazo a las concurridas calles de los feriales para comprobar que por ellas transitan decenas de paseantes ávidos por recuperar la normalidad, lejos quedan todavía aquellas celebraciones de hace apenas dos años.
FLOR, PEINETA Y MASCARILLA
Flor, peineta y este año, además, mascarilla, completaban la indumentaria de Enriqueta Clavero, vecina de Estepona (Málaga) que ronda orgullosa las ocho décadas y que no ha dudado en ataviarse con un colorido traje de flamenca para acercarse hasta la feria de su pueblo (6 al 11 de julio) a “disfrutar del ambiente”.
No ha sido la única que se ha sentido atraída por la música de las atracciones, el jaleo de las tómbolas o el olor a algodón de azúcar y buñuelos; Carmen Pilar, ya de regreso, se mostraba encantada con lo vivido y aseguraba que volvería, a pesar del dolor de pies que se llevaba, comentaba entre risas.
Tampoco Antonio Campos quiso perderse la oportunidad de pasear por el ferial con sus familiares puesto que después de todo lo vivido y de la soledad que muchos han sufrido, “ya era hora de divertirse un poquito”.
UN VERANO INCIERTO PARA EL FERIANTE
Para quienes tienen en las ferias su modo de vida, como el turronero cordobés Pepe López, el pasado fue un año duro y este verano se presenta con "mucho desconcierto e incertidumbre porque no se sabe lo que puede pasar”, explicaba a Efe mientras atendía con entusiasmo a varios clientes.
Pepe, que lleva casi toda la vida al frente de un puesto con el que cada temporada recorre España vendiendo manzanas asadas, turrones, garrapiñadas y dulces de feria, encara el verano con ganas de trabajar y esperanzado en que “se pueda hacer algo”, pero consciente de que de momento “nada será como antes”.
Tras un gran perol con buñuelos, Jonatan Rejano se lamentaba de que no hay tanta gente como en otras ocasiones, pero se mostraba comprensivo con que muchos “tengan miedo” de contagiarse.
UNAS SÍ, OTRAS NO
Mientras Estepona decidía a continuar con su feria siguiendo las indicaciones de Sanidad y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), la también malagueña ciudad de Fuengirola suspendía la Feria del Carmen (13 al 17 de julio) y Málaga descartaba la celebración de la suya en agosto.
Otros municipios han apostado por formatos alternativos, tal es el caso de Arroyo de la Miel en Benalmádena (Málaga), que celebró sus fiestas en honor a San Juan (junio) sin casetas; o Marbella, que hacía lo propio con las de su patrón, San Bernabé (junio).
Las localidades que celebran sus fiestas a finales de verano o en otoño como la marbellí San Pedro Alcántara (octubre), Benalmádena y Antequera (agosto) o Mijas y Torremolinos (septiembre) miran de reojo al futuro con la esperanza de que la ansiada normalidad les permita recuperarlas y optarán por eventos más restrictivos para las verbenas estivales con objeto de mantener la tradición sin correr riesgos
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