La Pasión no acaba

Adiós, canalla

Vete ya, márchate con todas tus horas que duraron mucho más de sesenta minutos, llévate el despojo en el que has convertido el baúl de nuestras ilusiones...

Publicado: 30/12/2020 ·
18:40
· Actualizado: 30/12/2020 · 18:40
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  • Araceli.
Autor

Víctor García-Rayo

El periodista Víctor García-Rayo es el presentador y director del programa La Pasión de 7TV Andalucía

La Pasión no acaba

Dedicado al alma de

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Vete ya, márchate con todas tus horas que duraron mucho más de sesenta minutos, llévate el despojo en el que has convertido el baúl de nuestras ilusiones, el mismo que nos has robado y huye con la carroña de los restos de esperanza que habíamos cosechado. Por lo que más quieras, no vuelvas. Piérdete en las frías matemáticas de las tablas que anuncian muertes, infecciones y curvas de cuidados intensivos, respiradores y ataúdes. Púdrete en el olvido, y quédate a vivir en el lodazal de tu negrura. Qué pena haberte conocido, con lo bonito que eras el primer día que escribí 2020.


Fíjate en lo que te has convertido, con aquella sonrisa que me traías cuando cayeron las doce uvas de una suerte que venía contagiada por un virus que asesinó a paisanos, familiares y amigos. Llévate tu saco de ausencias y tus horas de cuidados intensivos, los millones de lágrimas que robaste y todos esos miedos que han cuajado mi calendario. Acabo de descolgarte de una chincheta que me gustaría clavar en tu yugular. Vete, sal de mi vida 2020, y llévate todo aquello que me recuerde a tu rostro.


Huye ahora con tus millones de toneladas de mascarillas y manos quemadas de alcoholes, con mi piel sin más caricias que el látex de unos guantes que jamás supieron cómo se tocan las cosas de verdad. Mete en la mochila los codazos y los puños chocando unos con otros lapidando así las palmas de las manos ofrecidas a los demás.  


Ahí tienes la puerta abierta, sinvergüenza. Cierra al salir, que aquí nos quedamos trabajadores y comercios, padres de familia y jóvenes que buscan futuro, hogares tristes con más visitas pendientes al cementerio y madres de hijos que buscan el oxígeno de un mañana manchado de tizne que tú vomitaste en nuestras mesas.


Si puede ser, desaparece sin hacer más ruido. No mires atrás, no me recuerdes, no quieras que salgamos a despedirte al umbral de unas casas que has saqueado en cada noticia, en cada rumor, en cada recuento de cajas de madera. Corre, no sea que podamos agarrarte por el cuello.


Adiós, canalla. Ya estás ardiendo en mi chimenea. Traiga lo que traiga tu hermano mayor inmediato, será mejor que tú. Lárgate ya, no tienes nada más que hacer aquí. Has robado más de lo debido.


Deja que al final de esta despedida te recuerde que esta sonrisa mía que ahora no entiendes me viene de cuna. Y esa, la sonrisa de un sevillano, no la puedes robar. ¿Sabes por qué? Yo te lo explico. Aquí sabemos que todo en el mundo puede ser robado, menos algo que jamás pudiste llevarte por más que hiciste el intento. Se llama Esperanza. Pero eso tú no puedes entenderlo.

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