La Consejería de Salud y Familias informó este sábado del mayor número de contagios en solo 24 horas en la provincia, 60, desde el 30 de marzo, en lo más duro de la pandemia, cuando se contaron 76 positivos. En solo dos semanas, Cádiz ha sumado 361 infectados más, 237 en los últimos siete días.
Estas cifras han llevado a que la provincia pase de ser una zona de bajo riesgo a riesgo medio, de acuerdo al código de colores ideado por los investigadores de Biología Computacional y Sistemas Complejos de la Universidad Politécnica de Cataluña (Biocomsc), que se completa con el rojo para indicar máxima alerta.
“A partir de ahora no se pueden cometer errores”, advierte Clara Prats, miembro del equipo, profesora agregada de la UPC y responsable de modelización computacional del Centro de Medicina Comparativa y Biomaterial.
Prats explica que la posición en la escala de color del fondo se establece de acuerdo al cruce de los valores relativos al indicador de potencial de contagio (incidencia acumulada en los últimos catorce días por cada 100.000 habitantes) y el indicador de ritmo de contagio.
Andalucía permanece igualmente en una zona de riesgo moderado. Pero España roza ya la zona roja, razón por la que el ministro de Sanidad, Salvador Illa, reunió este viernes a las comunidades autónomas de forma extraordinaria en el marco del Consejo Interterritorial de Salud para tomar nuevas medidas restrictivas.
Elaborado con datos obtenidos del Instituto de Salud Carlos III el pasado 13 de agosto, el mapa de riesgos da la serie temporal hasta el día 6. El estudio de Biocomsc aclara que las fechas corresponden a la fecha de inicio de síntomas en los casos sintomáticos y a seis días antes del diagnóstico en los casos asintomáticos. Y asegura que ofrece una imagen actual, porque “se consideran no fiables los datos de la última semana, ya que aún no incluyen los casos con inicio de síntomas que no se han diagnosticado, reportado o validado”.
Prats admite, por otra parte, que “no es posible adelantar en qué momento, dónde y con qué intensidad aparecerá un nuevo brote. Pero, afirma que “sí que es posible construir un modelo de un brote una vez aparecido, siempre y cuando haya datos válidos suficientes”.
Y señala, en este sentido, que “el principal indicador para evaluar la probabilidad de que aparezca un brote es el número de casos activos o población infecciosa. Esta población no puede identificarse con exactitud, pero sí que puede estimarse mediante el número de casos diagnosticados en los últimos catorce días”.
“Lo que finalmente determinará si la probabilidad de que un brote se descontrole es alta o baja es la capacidad de diagnóstico y de estudio de contactos de la población”, añade. El papel de los rastreadores es, por lo tanto, de capital importancia.
Tal y como recoge el documento '¿Cómo hacer frente a los brotes de la Covid-19?', en el que ha colaborado junto al investigador de la UPC Daniel López-Codina y los médicos del Servicio de Medicina Preventiva y Epidimiología del Hospital Clínico de Barcelona, las dos principales herramientas para la detección precoz y la evaluación de riesgo es detectar los brotes a tiempo y realizar el estudio de seguimiento de todos los contactos identificados, teniendo en cuenta que hasta el 40% pueden ser asintomáticos, para adoptar medidas proporcionales y lo más limitadas posibles.
Según el informe de la Situación de COVID-19 en España, que publica el Instituto de Salud Carlos III, Andalucía detecta de dos hasta once contactos por cada nuevo positivo, una media de cinco, con solo un 15% sin asignar contacto de contagio. El Servicio Andaluz de Salud (SAS) dispone de 8.000 enfermeros y 450 epidemiólogos, contando con estos números con el mayor equipo de todo el conjunto nacional. Actualmente, España tiene 837 focos; Andalucía, 115: Almería, 12; Cádiz, 16; Córdoba, 10; Granada, 10; Huelva, 5; Jaén, 8; Málaga, 37; y Sevilla, 25.
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