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Los funcionarios/as suponen el mal menor para España/Sevillaland, si los comparamos a aquellos empleados públicos del XIX, que eran cesados en tropel cuando...

Publicado: 19/05/2019 ·
22:44
· Actualizado: 19/05/2019 · 22:44
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Autor

Jorge Molina

Jorge Molina es periodista, escritor y guionista. Dirige el programa de radio sobre fútbol y cultura Pase de Página

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Una mirada a la fuerza sarcástica sobre lo que cualquier día ofrece Sevilla en las calles, es decir, en su alma

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Los funcionarios/as suponen el mal menor para España/Sevillaland, si los comparamos a aquellos empleados públicos del XIX, que eran cesados en tropel cuando cambiaba el Gobierno. Daban lugar a esa mítica figura llamada el tren de los cesantes, señores (imagino que entonces ninguna señora) a los que se les acababa el trabajo cuando salía el Gobierno amigo, y a la inversa. En 1918 todo acaba, y se considera inamovible al señor funcionario.

Sin duda ese disparate está resuelto. Hoy tenemos otros. En una cena con el candidato Espadas, volvió -como cuatro años atrás- a desvelar algunas anécdotas sobre funcionarios inamovibles. Señores/as que se resisten, agarrados a la mesa y a su comité de empresa, a ir a otro departamento donde sobra trabajo, al contrario que en el suyo. La Gerencia de Urbanismo, paraíso del sueldo, es el paraje donde mejor se avistan estos ejemplares.

El también alcalde no dijo nada, ni los contertulios de Iniciativa Sevilla Abierta le achuchamos, sobre el juicio a una de las cúpulas policiales por pasarles los exámenes de las oposiciones a los parientes (fueron absueltos...); a la bolsa de conductores de Tussam, envuelta en la neblina de la mitología enchufil; y a las docenas de colectivos que quieren ser fijos por la cara; o tener puntos, muchos puntos extra respecto al resto, en las oposiciones.

Servidor tiene su propia experiencia en dos Administraciones: Junta y Parlamento. Y les da su opinión: la función pública no tiene solución. En realidad, me conformaría con que no hubiese cada vez más empleados públicos, al menos en tareas en las cuales no tiene sentido el concepto de funcionario.

Recuerdo vivamente a un ujier del Parlamento que entró a trabajar con una sonrisa y unos abrazos a los desconocidos compañeros a la altura de la felicidad de aprobar las oposiciones. Al mes (30 días) me decía demudado, cetrino, furioso, que no había derecho a que un licenciado en Químicas como él fuera ujier.

En todas partes se fuma, pero sólo en algunas con presupuesto público. Cualquier funcionario sabe que siempre ganará él frente al jefe, que pasará, o al ciudadano. No digamos si desarrolla sus tareas en lugares estratégicos, cuando una huelga paraliza media ciudad. Entonces el pulso es del Goliath funcionario contra el David ciudadano.

El día que una huelga de Tussam, Policía Local o limpieza no sea un nuevo éxito para las exigencias de estos funcionarios, habrá que pedir una entrevista al más torpe presidente de comité de empresa conocido.

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