En la concesión de la Gidaldilla Flamenca de la Peña Pepe Montaraz de Lebrija a la Venta de Vargas tiene mucho que ver una de las iniciativas más novedosas de la propia Venta y de la Asociación La Fragua, en la que no falta Flamenco de La Isla.
La creación de un premio a figuras del flamenco que lo han sido durante decenios y caminan hacia la retirada, con la presencia de esas figuras en la entrega y sin necesidad de cantar, bailar y tocar, sino todo lo contrario, cantan, tocan y bailan en su honor, ha sido determinante.
El hecho de que ese premio lo ostenten dos cantaores de Lebrija, Juan Peña El Lebrijano y Curro Malena no ha influido tanto como el reconocimiento de la entidad lebrijana a que se haya instituido para entregarlo en vida y ya en la recta final profesional del homenajeado. Alguna vez alejado de los escenarios por diversas causas.
La otra cuestión importante que ha motivado que uno de los premios con más prestigio del flamenco y que ocupa una semana entera de actos, es la apuesta de los gestores de la Venta de Vargas por programar actuaciones de flamenco todos los fines de semana, recoperando no sólo una parte de la esencia del establecimiento, sino las actuaciones en directo a las que las Administraciones de otra época cortaron las alas.
Ha habido veces en las que no se ha podido entregar el premio a la persona a la que iba destinado porque desde la elección a la entrega ha fallecido, caso de Paco de Lucía, o a otros a los que no se le ha entregado porque no querían acercarse a la Venta de Vargas. Y de lo que se trata es de que estén presentes, que se le reconozcan sus méritos y que la prensa deje constancia de que es una Leyenda del Flamenco.
En cuanto a las actuaciones en directo, Lolo Picardo cuenta que le llegó al alma cuando la gente comentaba que “qué pena que ya no hay flamenco”.
Eso es lo que puso en marcha una iniciativa en la que se ha establecido una complicidad entre artistas y Venta, teniendo todos en cuenta el reducido aforo del establecimiento. Sin embargo -dice Picardo- hay artistas que quieren cantar hasta sin cobrar, simplemente por hacerlo en un lugar tan emblemático.
Nueva normativa
Con las nuevas normativas de la Junta de Andalucía sobre espectáculos en establecimientos, Lolo Picardo, también presidente de la Asociación Isleña de Hostelería y Turismo (Asihtur, cree que se abren más posibilidades para los hosteleros.
Obviamente quienes pretendan ofrecer actuaciones en directo en sus locales tendrán que cumplir con las condiciones que se exigen para no molestar a los vecinos, pero es una forma de diversificar el negocio.
La pena, dice Picardo, es que La Isla esté tan lejos del desarrollo turístico que se dan en casi todas las poblaciones cercanas sencillamente porque no ha habido una apuesta firme y sostenida en el tiempo.
Eso limita mucho las iniciativas que puedan poner en marcha los empresarios, “pero ya hay por ahí unos cuantos jóvenes que están haciendo cosas”.
Tampoco acompaña el apoyo de los paisanos y prueba de ello es el festival La Isla Ciudad Flamenca que ofrece 41 días de flamenco de todo tipo.
A la chita callando, los organizadores están promocionando el festival por distintos países europeos y poco a poco van acudiendo pequeños grupos que a la vez sirven de promoción al llegar a sus países.
Ninguno de estos grandes festivales se ha convertido en un éxito de la noche a la mañana, sino que precisan de un tiempo largo para perfilarse y promocionarse.
Quizá ahí también tengan que comprometerse los hosteleros afectados y el Ayuntamiento, como se hace en aquellos lugares en los que se habla flamenco.
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