Pedro Sevilla/ J. A. Benítez
Con las ascuas de ‘Nueva York después de muerto’ (Premio Nacional de Poesía y Premio de la Crítica) aún encendidas y en plena resaca de ‘Viento variable’, Antonio Hernández regresa a Arcos para, entre otros motivos, presentar la reedición de su exitosa última obra ‘La leyenda de Géminis’. Pero también vuelve para asistir a la proyección del documental ‘Antonio Hernández. Poeta del corazón (de Arcos de la Frontera a Nueva York)’, un trabajo de José Luis Esparcia que anoche mismo disfrutaron quienes se acercaron al teatro Olivares Veas.
Eso del documental suena a presuntuoso, ¿te ves merecedor de un trabajo de estas características, modestia aparte? ¿Qué refleja del autor este trabajo dirigido por José Luis Esparcia?
–No es presuntuosa mi actitud. No deja de ser un testimonio que se quiere más allá del ego, y sin embargo tengo la sensación de que con este tipo de reconocimientos estoy a punto de tragarme un yo-yo. El trabajo de Esparza es un velado espejo de una dedicación de cincuenta años en los que la voluntad ha podido más que el talento.
Hablemos de tu nuevo libro, donde otra vez aparecen la infancia, el pueblo, el colegio y sus maestros…, incluso citas a los clásicos de la filosofía. Arcos, siempre presente en tus reflexiones. ¿Qué tiene en común con libros anteriores aparte de ese recuerdo por Arcos que impregna toda tu obra?
–Todos los escritores tenemos unas constantes temáticas que desarrollamos añadiéndoles nuevas sensaciones a fin de que cobren nuevas perspectivas.
El lector puede tener en ocasiones la sensación de que eres un ser atormentado por la educación de una época que te dejó una profunda huella, por una sociedad que nunca entendió el alma de sus escritores…
–Una profunda huella sí que me dejó, pero esa huella es asimismo la vereda por la que voy transitando a través de la memoria.
Antonio Hernández ha recibido todo tipo de reconocimientos, premios y galardones, ¿qué espera con ‘La leyenda de Géminis’? ¿Puede más la satisfacción de crear que el reconocimiento público?
–’La leyenda de Géminis’ es un libro que tuvo la mala suerte de salir al mismo tiempo que ‘Sangrefría’. Éste, por su temática y por estar respaldado por el Banco Bilbao Vizcaya, ya que ganó el Premio Andalucía de Novela, captó la atención de lectores y críticos hasta el punto de que ‘La leyenda de Géminis’ fue totalmente solapada por una novela que tuvo mucho mejor lanzamiento y, en consecuencia, mejor acogida. Espero que esta reedición se tome venganza de aquella preterición.
¿Cómo te has encontrado el pueblo? ¿De alguna manera va a mejor o todo lo contrario? Opinar de política en público te ha dado algún que otro disgusto ¿no?
–No me ha dado tiempo porque acabo de llegar. No puedo, por tanto, compararlo con la última vez que estuve, que fue un día triste y no por la asistencia, que fue masiva, sino por encontrarme las calles totalmente vacía y los bares completamente cerrados.
Junto a tu familia y amigos arcenses, ¿qué te empuja todavía a venir a Arcos? ¿No es peligro eso de emocionarse en exceso con la belleza llegado a una edad?
–En primer lugar, yo llevo cincuenta años fuera de Arcos y tengo la sensación de no haber salido de aquí todavía. Una prueba evidente es que hablo igual que hablaba, en cuanto a la fonética. Hace poco, en el Congreso Iberoamericano celebrado en la Universidad de Salamanca, alguien me dijo desde el público que pronunciara un poco mejor, porque tenía la sensación de que así mi poesía ganaría. Le dije que me leyera sobre el texto. Pero, qué casualidad: esta mañana, en cuanto he llegado, alguien me ha dicho que me he puesto muy “fino”.
Este verano has participado en unas jornadas celebradas en Puerto Real, también recientemente en Málaga… En fin, ¿de dónde sacas el tiempo y las energías para prodigarte en charlas, conferencias o jornadas? Háblanos de tus próximas citas…
–El tiempo lo saco de mi salud y de restárselo a mi familia. Acabo de ser miembro del Jurado de los Premios ‘Rafael Morales’ y ‘Ciudad de Manzanares’. Para esta semana próxima me espera el Premio ‘José Hierro’, y el ‘Ciudad de Guadalajara’. Pero como he dicho que no quiero que se me compare con un yo-yo, el resto del programa voy a esquivarlo. De todas formas, como una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace, concluyamos diciendo que el día treinta de este mes, la UNESCO en Madrid me dedica un homenaje en el que hablarán de mí. Como poeta lo hará Fanny Rubio, y en mi faceta de novelista lo hará Jorge Reverte.
¿Qué opinión te merece la creación literaria de los arcenses en los últimos años? Definitivamente, Pepa Caro y Pedro Sevilla encarnan ese legado literario de la generación de los 50 y de la tuya propia…
–Me parece que es un relevo perfecto del grupo “Liza”, y produce la satisfacción de que puede considerarse precursor de tan buenos poetas.
No sé cómo te sentará la pregunta, pero ‘habrá algún día reconciliación entre los poetas de Arcos o hay cosas en la vida irreparables?
–Ya la hay. Hace una semana tuve una conversación telefónica con Jorge de Arco, que me alegra en cuanto no solamente la escuela de Arcos sigue adelante, sino también la de los hermanos Antonio y Carlos Murciano.
¿Cómo son los días de Antonio Hernández en su contaminado Madrid?
–Contaminado. Tengo excedencia como funcionario, pero mi profesión real es la de escritor, y entre viajes, lecturas y ensayos de nuevos temas y técnicas, me paso dieciocho de las veinticuatro horas del día.
¿Ganará este año la liga de fútbol el equipo de ‘La marcha verde’?
–(Muchas risas al oír la pregunta) Yo con que no descienda me doy por conforme. Pero con una adenda añadida, una postdata: que en el partido de vuelta le gane al Sevilla.
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