El sur de Europa, Andalucía, se mantiene estupefacta ante la avalancha de inmigrantes que llegan hasta nuestras costas y que se cuentan por cientos. Lo excepcional se ha convertido en una noticia diaria sin que cese. Un asunto que se va agravando por día y que empieza a ser un problema literal de ocupación, en el que ni se está preparado materialmente ni las medidas oportunas tomadas solucionan una cuestión de raíz ante un drama humanitario.
Dar asilo a las miles de personas que han llegado en el presente año, está suponiendo que colectivos, ayuntamientos, comisarías y juzgados empiecen a estar saturados y desbordados para intentar dar forma a la tragedia que se viene encima y que rompe con creces todos los protocolos de actuación hasta ahora visto.
Polideportivos están sirviendo de acomodo temporal, porque todo lo que se hace ante la inmigración es temporal, nada es permanente. Las ayudas del ejército palía el esfuerzo titánico de rescatar y ayudar a los cientos de personas que arriban hasta nuestras costas diariamente.
Situaciones dramáticas que necesitan de una atención y un fin a su penosa vida y donde aquí se carece de infraestructuras. Una sangría que no cesa y que no hallará un fin a corto plazo. Mientras las políticas internacionales y la situación de los países lanzaderas no varíen, el día a día será el que hay, no habrá otro diferente.
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