Sindéresis

Lo pillo

Lo que sucede es que cuando te encuentras a alguien hablando en mitad de una escalera no sabes si estaba subiendo o bajando, ¿me explico?.

Publicado: 27/06/2018 ·
19:25
· Actualizado: 27/06/2018 · 19:25
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

Sindéresis

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Lo pillo, lo entiendo, es una cuestión de perspectiva. Una vez escuché a un preso de Guantánamo, ya en libertad, decir que estaba traumatizado con respecto a hombres de raza blanca y ojos azules, que nunca se podría sacudir ese miedo. Eso lo dijo no mucho antes de hablar de su hogar, que quería volver, que lo que veía en España le indignaba, las mujeres salían a la calle vestidas y maquilladas como prostitutas. El hábito no hace al monje, ni el trauma, ni la ausencia de él. Lo mismo pasa con la literatura. Lo pillo, de verdad que lo entiendo. Debe ser frustrante, una vez que se han abierto los ojos a la predominancia de los estereotipos machistas en las novelas, que deje de disgustarte seguir encontrándotelos. Es como si existiese la necesidad de que todo el mundo hubiese abierto los ojos al mismo tiempo y pensase en la misma dirección. E hiciese con ello lo mismo que uno hace.

Lo que sucede es que cuando te encuentras a alguien hablando en mitad de una escalera no sabes si estaba subiendo o bajando, ¿me explico? Es una cuestión de perspectiva. Puedes imaginar a los escritores varones, blancos, heterosexuales sentados a la misma mesa que los legisladores machistas y los empresarios acosadores y los mierdas del movimiento de célibes involuntarios, maquinando planes para mantener la opresión del hombre sobre la mujer, del blanco sobre el gitano, del violento sobre el inocente. Desde ese punto de vista, puedes tratar con el mismo odio a alguien que escribe un pulp semejante al Conan de Howard que a Salvador Sostres o José Manuel Castelao, el que dijo que las leyes, como las mujeres, estaban para violarlas. Puedes pensar que un escritor que crea un mundo donde es lógica una estructura patriarcal y machista, está intentando preservarla en nuestro mundo. Puedes pensar que cuando un escritor escoge como alter ego a un personaje parecido a James Bond o a Sherlock Holmes (vuestro adorado misógino del siglo XIX, ese que aplaudís con las orejas en pastiches y remakes) lo hace como el empresario de marketing que ordena producir anuncios donde las chicas le hacen felaciones a los helados de chocolate. Luego está toda la gente que no quiere que se perpetúen mensajes especistas, militaristas o capitalistas. Cuidado ahí. 

Si por poder, podéis pensar lo que queráis, y sentirlo. Lo entiendo, de verdad que lo pillo. Pero los verdaderos machistas tienen suficiente nicho de mercado como para no tener que esconderse, ya sea en el mundo de la literatura, de los videojuegos o del cine. La presión social puede hacer cosas a favor y en contra, claro está, pero, bueno, ¡suerte cerrando Forocoches! Vivimos en un mundo en el que centenares de miles de espectadores se levantaron en armas cuando dos hombres se besaron en un capítulo de The walking dead (ya no pueden ver la serie con sus hijos, los pobres). Vivimos en un mundo donde se reciben amenazas de muerte por meter a dos chicas lesbianas en un videojuego. ¿Creéis que solo las fuerzas del bien son capaces de hacer presión? Preguntadle a Salman Rushdie. Ese juego lo inventaron loa malos. Por eso yo voy a seguir protegiendo el derecho a ser insustancial, a ser un niño, a chapotear en los barros que uno mantiene frescos desde la infancia (y que no se sequen nunca) de las escritoras y de los escritores. Hemos sido censurados, presionados y usados por todo tipo de poderes a lo largo de la historia, por reyes que querían que mintiéramos, por comunistas que querían propaganda, por fascistas que querían argumentos, por capitalistas que querían postergar el estereotipo machista del ganador.  Y luego nos han prohibido sacar gente fumando en las película.

Yo preguntaría antes de juzgar con dureza; a los escritores nos encanta explicarnos; va con el ego, que va con el oficio. Y, sobre todo, intentaría leer mucho antes de juzgar, porque quizás encuentres las huellas solitarias que siguió un escritor que te ha decepcionado y te encuentres con toda una vida de placeres y culpas, quizás un guiño u homenaje, quizás a Sherlock Holmes, ese misógino que también te encanta, qué vamos a hacerle.              

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