Carmen Rivas tiene 26 años, es auxiliar administrativa y lo tiene claro: tiene derecho a trabajar, aunque tenga Síndrome de Down. "Somos capaces de trabajar", reivindica. Su testimonio da voz a muchos casos de personas con Síndrome de Down que siguen encontrando obstáculos para su incorporación al mercado laboral. También en las administraciones públicas, pese a la obligación por ley de reservar un cupo no inferior al 7% de vacantes a cubrir en la oferta pública para personas con discapacidad, 2% de ellas para discapacidades intelectuales. Algo que no se cumple a día de hoy, ni en el Ayuntamiento ni en la Diputación de Málaga, según denuncia Down Málaga. La asociación, que cumple 25 años defendiendo la integración e inserción social y laboral, fecha en el año 2003 la última vez que uno de sus chicos firmó un contrato "de verdad" con una institución pública. "Hay otras administraciones como el Ayuntamiento de Granada que tienen a estas personas trabajando, así como parlamentos e instituciones de lugares como País Vasco, Valencia o Castilla La Mancha", defendió el presidente, Francisco Muñoz.
En marzo de este año Ciudadanos elevó al pleno la necesidad de proveer plazas de conserje o similar en la Casona del Parque para personas con discapacidad intelectual. Ahora vuelven a llevar a pleno una moción para que aquel compromiso de apoyo de la incorporación al trabajo de las personas con Síndrome de Down en empresas y organismos municipales salte del papel a la realidad, facilitando las pruebas de acceso a la función pública en condiciones de igualdad, más allá de unas meras prácticas. "Es de justicia para que puedan tener plena autonomía y una vida normal", apostó el portavoz, Juan Cassá, que puso el ejemplo del malagueño Pablo Pineda.
Quienes sí parecen haber tomado buena nota son las empresas privadas. El Pimpi, Hotel Don Curro, Decathlon, Carrefour... una larga lista de negocios que cada vez más en Málaga dan un paso al frente en su compromiso con una sociedad más inclusiva. Gracias al proyecto de inserción laboral que el colectivo lleva a cabo en la actualidad 20 personas con Síndrome de Down ya son uno más en la plantilla, derribando barreras hacia una autonomía plena, sin reparar en nada más que las ganas de trabajar y superarse. La felicidad no entiende de cromosomas.
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