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Occidente y Rusia, una agitada travesía para recuperar la confianza

La isla griega de Corfú, la última parada del mítico viaje de Ulises hacia su hogar en Itaca, se convirtió ayer en el punto de partida de otro viaje, de igual agitación: el esfuerzo por renovar la confianza entre Occidente y Rusia, muy deteriorada por la guerra en Georgia el año pasado.

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La isla griega de Corfú, la última parada del mítico viaje de Ulises hacia su hogar en Itaca, se convirtió ayer en el punto de partida de otro viaje, de igual agitación: el esfuerzo por renovar la confianza entre Occidente y Rusia, muy deteriorada por la guerra en Georgia el año pasado.

Con vistas al mar Jónico y en un ambiente que quiso ser informal, los ministros de Exteriores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) mantuvieron ayer un encuentro con el objetivo de aliviar la tensión de unas relaciones bajo la larga sombra caucásica.

Se logró a medias, ya que aunque la herida de Georgia sigue abierta, los ministros reconocieron sin complejos que algo no funciona en las actuales relaciones y que hay que abrir un diálogo para solventar esa situación.

El intento de Georgia de recuperar por la fuerza su provincia separatista de Osetia del Sur causó una fuerte reacción militar rusa y la declaración de independencia de esa región y de Abjasia, otra región secesionista.

Ese conflicto rebosó el vaso de una serie de desencuentros entre Occidente y Moscú, desde la ampliación de la OTAN hacia los países del antiguo Pacto de Varsovia hasta el apoyo de las potencias occidentales a la independencia de Kosovo o los planes de Estados Unidos de instalar un escudo antimisiles en Centroeuropa.

“Rusia está obsesionada con su queja de que está aislada”, indicó a Efe un representante de la OSCE en condición de anonimato. Esa fuente recalcó que Moscú se siente excluida por Occidente y no un socio en igualdad de condiciones.

Ya ayer la OTAN y Rusia dieron un paso para acercar posturas al decidir en Corfú reanudar plenamente sus relaciones militares, canceladas tras el conflicto de Georgia.

En el mismo camino, los ministros de la OSCE reafirmaron ayer la necesidad de “restaurar la confianza entre todos los accionistas” de la seguridad europea.

Pero en la práctica, ni la cumbre del Consejo OTAN-Rusia ni el encuentro informal de la OSCE lograron el más mínimo acercamiento sobre Georgia, cuya integridad territorial siguen defendiendo las potencias occidentales.

De hecho, los ministros no lograron ni siquiera un acuerdo in extremis para salvar la continuidad de la misión de la OSCE en Georgia, que expira el próximo martes, después de que Rusia haya vetado su continuidad.

Una propuesta rusa de una nueva misión incluye la creación de dos equipos de observadores, a ambos lados de la frontera entre Georgia y Osetia del Sur, un formato que, según expertos de la OSCE, implica el reconocimiento de ese territorio.

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