En román paladino

Tres manifestaciones, tres

Es muy difícil para cualquier partido reunir a los 80.000 manifestantes que las iniciaron en Granada hace un mes o los 60.000 de este domingo lluvioso

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Algo va mal es ya un titulo para cualquier cosa que no marcha como debiera. Tony Judt – que fue el que escribió el libro con este nombre- hablaba de Europa, de la socialdemocracia y de la desigualdad en el capitalismo, pero las tres manifestaciones  por la mejora de la sanidad celebradas el domingo en Andalucía,  que aglutinaron a miles andaluces,  no son para echar en saco roto. Algo va mal en ese tema. No valen las descalificaciones fáciles y torpes  de algunos responsables de la Junta de Andalucía al  atribuir a los partidos de la oposición –llámese Partido Popular o Podemos o ambos “en pinza”-  el peso de las movilizaciones ciudadanas  porque eso es atribuirles un enorme poder de convocatoria del que sin duda carecen.

Es muy difícil para cualquier partido reunir a los 80.000 manifestantes que  las iniciaron en Granada hace un mes o los   60.000 que este domingo lluvioso  –en su conjunto- lo hicieron en Granada, Huelva y Málaga. Discutir la cifra poco cambia el fondo del problema que es lo que debe tratar la Consejería de Salud y  el Servicio Andaluz de Salud y –para decirlo claramente-  por encima de ellos, o mejor  con ellos, la presidencia de la Junta de Andalucía. El riesgo de un  contagio de las protestas al resto de las provincias es evidente y se teme en el gobierno andaluz porque lo convertiría en una amenaza  para preservar la imagen de la sanidad andaluza, hasta ahora bien valorada en las encuestas que se hacen a los usuarios. 

La sanidad andaluza, que es la joya de la corona de la gestión de la Junta de Andalucía, junto con   la educación, no ha caído en la tentación de  la Comunidad de Madrid o la de País Valenciano de la privatización y de la falta de inversiones en sus infraestructuras sanitarias, como demuestran  las inundaciones y caída de techos de sus instalaciones durante  estos días de tormentas y aguaceros. Pero negar que las finanzas autonómicas dificulten la terminación de algunas infraestructuras sanitarias –nuevos hospitales, hospitales comarcales, etc.- y la reposición de personal sanitario en la cuantía que se necesita o el abuso en los  contratos temporales es absurdo, porque es un dato de la realidad. Decía Judt que “Si pensamos que algo está mal, debemos actuar en congruencia con ese conocimiento”. Ese nivel de protesta debe tratarse políticamente, no sólo técnicamente.  

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