Corría el año 1975 cuando mi hermana mayor llegó a casa con el nuevo disco de Bruce Springsteen, “Borntorun”. Por entonces, yo ni tan siquiera sabía poner la aguja del tocadiscos sobre el vinilo pues mi música favorita era la sintonía de “Un globo, dos globos, tres globos”, que RTVE había empezado a emitir pocos meses antes.
Sin embargo, aquellos temas, aquella inolvidable portada, aquel formato desplegable que incluía los textos de las canciones…, fueron sonando una y otra vez y dejando una huella de admiración y repetida nostalgia. Reconozco haber cantado y bailado con el “Boss” desde mi adolescencia y haber tarareado y memorizado sus letras aun cuando mi inglés era sólo un balbuceo incipiente.
Por tanto, llevo siguiendo la carrera de este gigante de la música desde hace muchos, muchos años y mi empatía por su quehacer y por su persona se mantienen vigentes.Ahora, la aparición de “Borntorun” (LiteraturaRandomHouse. Barcelona, 2016), ofrece al lector la posibilidad de bucear en sus Memorias, escritas en primera persona y traducidas con esmero al castellano por Ignacio Julià.
Nacido en 1949, en New Jersey, Springsteen se educó en una familia de creencias católicas y condición humilde. La controvertida figura de su padre marcará buena parte de aquellos años: “Era una vergüenza. Me quería, pero no me soportaba. Sentía que competíamos por el afecto de mi madre. Y así era”. Por fortuna, esa inclinación maternal lo salvó del temor y del daño paternos. “Mi madre me colmaba de afecto. Redoblaba el amor que yo recibía de mi padre y tal vez, de ese modo, encontraba ella también el amor que echaba en falta de su marido”.
Desde su infancia, tuvo contacto y pasión por la música y con apenas 13 años consigue alquilar una guitarra. En 1965, se convierte en guitarrista y vocalista del grupo “TheCastiles” e inicia su imparable carrera. En 1973, graba dos álbumes, “Greetings fromAsbury Park, N.J.” y “The Wild, theInnocent” y, dos años después, el que significaría su primer y crucial éxito “Borntorun”: “Lo escribí sentado al borde de mi cama, en una casita que acababa de alquilar en el 7de West EndCourt, en West Long, Nueva Jersey”.
En su prefacio, el propio cantante confiesa: “A los veinte años no era un rebelde conductor de coches de carreras, sino un guitarrista que tocaba en las calles de Asbury Park (…) Tenía cuatro ases en la manga. Era joven, acumulaba casi una década de experiencia en bandas de tugurios, había un buen grupo de músicos locales en sintonía con mi estilo interpretativo y tenía una historia que contar.Este libro es a la vez la continuación de esa historia y la búsqueda de sus orígenes. He tomado como parámetros los hechos de mi vida que creo que dieron forma a la historia y a mi trabajo como intérprete”.
Y no cabe duda de que estas seis décadas queSpringsteen relata con pluma ágil y firme-y que ha ido elaborando durante los últimos sietes años-, respiran la esencia de un luchador, de un artista comprometido, de un incansable soñador, de un amante de su profesión, que, aún hoy, sigue disfrutando en los escenarios y en los estudios de grabación.
Y ahora,con él, sus lectores.
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