“Hay que entrar en el agujero para salir del agujero. ¿De verdad os creísteis esa mierda?¿Merece la pena divertirse con lo que está pasando ahí fuera?”. Las palabras del maestro de ceremonias de The Hole 2, un sublime Alex O’Dogherty cargado de humor y de ‘segundas’, ya barruntaban que algo grande estaba a punto de ocurrir en el Teatro Villamarta, y no solo en las tablas donde transcurrió el show, pues los actores interactúan constantemente con el público, que tendrá que trabajar más de la cuenta y currárselo...y hasta aquí puedo contar.
El estreno de este musical tan canalla el pasado miércoles, que puede verse hasta el domingo en el coliseo jerezano dejó mucha risa, mucho circo, mucha sensualidad y hasta algunos momentos de ‘suspense’ o -vamos a dejarnos de eufemismos- de expectación en las butacas por si el personaje de El Gato (no lo pierdan de vista) u otros compañeros se colaba en su asiento.
Pero hay que verlo sobre todo para salir de allí con ganas de comerse el mundo y disfrutar de la vida. Antes de llegar a esta conclusión, eso sí, hay que estar atento a las parodias del polifacético actor gaditano, que canta y derrocha complicidad y humor gamberro con el público intercalando su historia de amor bizarro con María del Mar, la ratita del cabaret a la que le sobra vozarrón, con reflexiones sobre lo efímero del amor, pidiendo que las relaciones sean “más democráticas” y las parejas terminen como máximo cada cuatro años “porque así te quitas la presión”.
Con su teoría y su escepticismo sobre el corazón, que a casi todos les resultó familiar, habló con el personal de que las parejas no duran sino que “aguantan”, vaticinó el fin de las bodas de oro, un concepto que casi le sonaba “antiguo” como el “radio cassette” o incluso el PSOE. Los monólogos del maestro de ceremonia más descarado que podamos encontrar se intercalaban con las interrupciones de un censor -sí, sí, han leído bien, un personaje muy particular- que viene a poner orden pero, ¡de qué manera!a un espectáculo en una ciudad “de la categoría de Jerez”. A él hay que sumar su María del Mar, y unos impresionantes números acrobáticos que dejan en el espectador momentos de tensión impagables que nunca van de menos a más: la pareja de patinadores, el agónico número del chico del tubo de plástico, la trapecista balanceándose al ritmo de Lola Flores, El Gato Volador, los striptease por el patio de butacas..
Una locura muy nacional
Todo acaba siendo una locura muy española ya que esta edición se aleja del concepto berlinés para acercarse al género de la revista, al Teatro Chino de Manolita Chen, para que el público se abstraiga de la realidad “porque la gente necesita cosas como comer, la sanidad, la educación, pero, ¿divertirse?, preguntaba Alex O’Dogherty antes de entrar en el “agujero”. Al final del espectáculo a pocos les asaltaban las dudas. Y es que “siempre quedarán ganas de pasarlo bien. Hay que entrar y salir del agujero. El miedo no sirve para nada”.
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