La mujer quería tener un segundo hijo con el último embrión congelado que le quedaba, tras someterse a un tratamiento de fecundación in vitro.
La mujer descubrió que ya no contaba con el embrión cuando acudió a la clínica para que le fuera implantado en diciembre del 2007. En un principio los médicos le dijeron que el embrión se había destruido, pero el error fue descubierto después cuando otro médico se dio cuenta de que había sido implantado en otra mujer.
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