Andalucía

La confluencia de izquierdas encalla a la primera

Dirigentes de Podemos discrepan en público sobre los motivos del fracaso del 'sorpasso'. Maíllo se niega a aceptar que la causa haya sido la fuga de votos de IU

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  • Iglesias, Garzón y Rodríguez -

Del carrusel de interpretaciones que ha dejado a su paso el vendaval del 26J la  menos rebatible quizás sea que la confluencia que forjaron Podemos e IU en su intento de asaltar los cielos de Moncloa resultó un fiasco. La alianza clavó los resultados del 20D (71 escaños por los 69+2 de diciembre), pero por el camino se ha dejado 1,2 millones de votos y, sobre todo, ha defraudado todas las expectativas de avanzar en ese paso de gigantes que se suponía iba a permitirle adelantar al PSOE y disputarle la victoria al PP, un objetivo que los de Pablo Iglesias llegaron a proclamar como factible en el último tramo de la campaña.

Con las velas ya plegadas, la unidad de la izquierda ha entrado de urgencia en el quirófano para someterse a una profunda revisión. En Andalucía, por ejemplo, necesitan respuesta interrogantes nada triviales: por ejemplo qué se ha desactivado para que Unidos Podemos sólo atrajese al 18,5% del electorado cuando el 20D, por separado, arañó casi un 23%, o por qué las siglas bien diferenciadas cosecharon un botín superior al millón de votos hace seis meses pero hace cuatro días rozaron apenas los 790.000.

¿Qué ha fallado? ¿Fue un experimento precipitado, con una base ideológica y programática sin pulir, o ha sido el discurso del miedo alentado por el PP el que acabó arrasando tanto derroche de optimismo? En ese examen de conciencia -con sesudos estudios demoscópicos incluidos- se ha volcado la dirección andaluza de Podemos, igual que IU. En el caso de los primeros con alarmantes síntomas de que la teoría de las dos almas que laten en su seno no va demasiado descaminada.

Desde las entrañas de la formación que moldeara hace dos años Pablo Iglesias se oyeron este miércoles voces complementarias pero opuestas en el diagnóstico. Forzado a no regatear la autocrítica por su condición de secretario de Organización en Andalucía, la opinión de Jesús Rodríguez era ayer la más buscada. Lo hizo en público, en rueda de prensa, y fue contundente: la confluencia ha sido “un éxito” pese a los discretos resultados y la culpa del frustrado sorpasso habría que buscarla en otros rincones: la campaña, a su juicio “muy conservadora”, y un exceso de autocomplacencia y relajación por el viento a favor que insuflaban los sondeos.

El número 2 de Teresa Rodríguez en la comunidad estaba, sin nombrarlo, descargando responsabilidades en Íñigo Errejón, cabeza de una de esas dos almas de Podemos. La conclusión de Rodríguez 72 horas después del 26J era simple:  pese a todo los resultados han sido “extraordinarios”, Iglesias es la persona “ideal” para seguir capitaneando la nave y el frenazo en seco sufrido en las urnas sería achacable a una estrategia “poco agresiva”, justo lo diseñado por Errejón desde Madrid. La coalición con IU habría sufrido por tanto el efecto perverso de “un recorrido electoral corto y complicado” y todo puede ser mejorable.

Réplica interna

Alineada en el otro bando, precisamente el de Errejón, la secretaria general de Podemos en Sevilla, Begoña Gutiérrez, trazaba un escenario diametralmente opuesto. Certificó como hecho “claro” que la confluencia “no ha funcionado”  y negaba que la estrategia de campaña fuera la causa, considerándola incluso “preciosa” y “muy cercana  en los barrios”. “La estrategia de campaña no es el problema”, certificó. Dos almas, dos visiones opuestas.

La otra parte implicada, Izquierda Unida, se niega a aceptar que el descenso en votos se deba a la desmovilización de su electorado ante una hipotética mala digestión de la confluencia con Podemos. El coordinador regional, Antonio Maíllo, rechaza emprender “análisis precipitados” sobre el reparto del culpas porque sería “un grave error”. La base del fracaso sería una combinación de “mensaje del miedo”, Brexit y la sucesión de elecciones.

Moreno y sus "metas volantes"

El PSOE trata de devolver a la Tierra a Juanma Moreno, el líder del PP-A que el martes desató la euforia de su partido al marcarle un nuevo objetivo tras la victoria en Andalucía el 26J: conseguir a medio plazo gobernar la Junta. El portavoz parlamentario de los socialistas, Mario Jiménez, tiró de símil ciclista para advertirle de que no se convierta en ganador de “metas volantes” porque “te llevas una alegría y te crees que ya has ganado el Tour”. También cargó contra Maíllo (IU), al que cree “monigote y marioneta” de Podemos.

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