Un año más se repetía el final feliz de la historia más grande jamás contada. Un año más el Señor, que oró en Los Cántaros, fue cautivo en Barrio Alto, flagelado en calle Cielos, cargado con una cruz en Micaela Aramburu pasando por Pescadería y que pacientemente esperó su martirio en la Cruz y que repartió misericordia por las calles donde lo vieron.
Aquel que reposaba el viernes en su urna de plata no quiso que ni la lluvia, que apareció a primeras horas de la mañana, le impidiese salir a la calle para anunciarle a los portuenses que había Resucitado. El público se agolpaba para ver al Señor que bajo desde los cielos para bendecir un año más a El Puerto al son de las marchas de la Agrupación Musical de los Polillas.
Su madre llena de Alegría un año más lo esperó en la Basílica. Sin duda, un domingo más en el que Cristo y El Puerto se encontraron para celebrar el día más importante para los cristianos.
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