Decir 'Videoclub García' es hacer referencia al único establecimiento de estas características que queda en la capital y con él se recuerda a su responsable, Juan Antonio García Ortuño, que a sus 54 años lleva detrás del mostrador 35 años y se ha convertido en un valiente que desde siempre apostó por su negocio al considerarse un amante del cine.
Ha sabido mantenerlo a pesar de grandes enemigos como Internet y la piratería, que han matado a los otros 34 videoclubes que existieron desde la década de los ochenta en la ciudad. “Sólo queda un videoclub en la capital y un cine. Nadie pone remedio”, lamenta el empresario, a la vez que se muestra “orgulloso” de regentar el único videoclub abierto en la ciudad. “Quienes cerraron lo hicieron perdiendo mucho dinero, por lo que es impensable que ahora retomen la actividad nuevamente”, apunta.
Su actividad comenzó en noviembre de 1981, el día de Santa Catalina. “Hicimos un experimento. Teníamos 40 películas y conseguimos alquilarlas o venderlas en un sólo día. Nos dimos cuenta de que había negocio y aquí seguimos”, reconoce García.
Echando la vista atrás, recuerda que en los inicios se compraba una película por diez mil pesetas, se pagaba una cuota de mil pesetas al mes y se tenía derecho a una película todos los días y los fines de semana a dos. Los tiempos han cambiado. Ahora se paga en euros, en concreto 2,40 por el alquiler de una película un día. Se alquila menos, pero el Videoclub García ha conseguido mantener una red de clientes fijos y quien entra a sus instalaciones siempre vuelve. Especialmente, su clientela son personas de entre 22 y 40 años. “El 2% de la población jienense es usuaria del videoclub. Aún hay mercado para este negocio, aunque la venta de películas se ha reducido a cuatro amigos. Ya sólo se alquila, especialmente los fines de semana”, reconoce García.
Los jóvenes son un cliente asiduo al apostar por la actualidad cinematográfica y también los estudiantes, ya que el videoclub García es un recurso para quienes necesitan material audiovisual para trabajos de clase. “Es un hábito que se sigue manteniendo”, agradece. Pero quienes alquilan película buscan la calidad del formato, las últimas novedades y “no llevarse sorpresa a la mitad de la película”, argumenta García.
Con más de tres décadas de historia, el Videoclub García ha cambiado de ubicación en tres ocasiones y ahora, sito en la calle Manuel Jontoya, donde empezó, pero con instalaciones ampliadas, se ha convertido en punto de encuentro para quienes siguen alquilando películas, pero también como lugar de referencia para quedada entre amigos. “Es casi un lugar histórico en la ciudad”, termina su propietario.
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