Los mismos desgraciados que esta semana robaron las flores de Pascua con las que el Ayuntamiento de Jaén había decorado los maceteros de buena parte del centro de la ciudad, cuatrocientas en total y en las que todos los jienenses nos hemos gastado unos 1.500 euros, casi con toda seguridad, son los que en reuniones familiares o de amigos, al abrigo de un aperitivo, tendrán la desfachatez de criticar el alumbrado navideño o la próxima cabalgata de Reyes. Difícilmente vamos a avanzar en este Jaén miope, si desalmados como estos, pocos, también hay que decirlo, campan a sus anchas, pisoteando los pequeños pasos que se dan para alcanzar esa ciudad que todos deseamos. Son estos ridículos vecinos quienes deslucen con su simpleza y falta de civismo el conjunto histórico y los barrios de esta capital, que además de estar muy necesitada de inversiones urbanas, precisa ciudadanos que estén a la altura. Y como quiera que no es posible tener un vigilante pegado a la espalda de cada vecinos, somo nosotros, el resto, la mayoría, los que debemos reprochar, recriminar y perseguir este tipo de acciones. Es necesario sacarles los colores y educarlos, si es preciso, desde el escarnio y la humillación pública. Jaén no los merece y la mayoría de ciudadanos tampoco.
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