Me parece oportuno decir por escrito lo que pienso sobre el tema Abengoa, dejando claro, previamente, que no tengo mucha idea de los temas económicos ni de los asuntos empresariales de ese nivel como para dar una opinión razonable. Por tanto nadie debe esperar que vaya a dar, ni siquiera sugerir, una solución al problema.
Eso no me impide dar una opinión personal, que me parece ineludible teniendo en cuenta los muchos antiguos alumnos míos (precisamente en la Ciencia de la Energía, la Termodinámica) en la Escuela Superior de Ingenieros de Sevilla que han trabajado y trabajan en Abengoa y la buena relación de colaboración que siempre he mantenido con esa gran empresa, a todos los niveles.
Mi reflexión va por el lado de una persona que conoce bien el intrincado sistema energético, que se considera algo entendido en energías renovables y que ve con asombro y preocupación lo que está pasando en estos tiempos en España y en el mundo.
Al hilo de la época que vivimos, una noticia positiva como la que acabo de leer me anima: que el magnate de los dineros, Mark Zuckerberg (fundador de Facebook), donará 42.000 millones de euros a obras filantrópicas a raíz del nacimiento de su hija que, según parece, le ha hecho pensar en las generaciones venideras, en lo cual coincido plenamente con él, sólo que yo no puedo hacer lo mismo que él propone, claro.
Pues bien, resulta que cuando los bancos españoles fueron descubiertos en sus problemas financieros y se pensó que iban a ser nacionalizados o algo parecido, desde el Gobierno se realizó todo un movimiento de gran alcance para inyectarles muchísimo dinero que escandalizó a todos. Y eso, por lo visto, no contravenía las directrices de la Comunidad Europea sino que, más bien, esa celosa institución paladín de la competitividad apoyó la medida y no eran “ayudas de estado” ilegales.
Eso se hizo y salvaron a muchos bancos y cajas, sin tener en cuenta la mala o buena gestión empresarial que había dado lugar al desaguisado. Y se hizo para que el sacrosanto sector bancario español pudiera seguir funcionando.
Tengo mi opinión al respecto pero lo que quiero destacar ahora es que la situación a que ha llegado Abengoa se asemeja bastante, pero ahora el ministro de Economía dice –según aparece en la prensa- que “las indemnizaciones de Abengoa no son éticas" (por lo visto las de la banca sí lo eran).
Me deja perplejo que una empresa como Abengoa, con el liderazgo mundial en energías renovables, sobre todo en electricidad termosolar, y con tantos puestos de trabajo y prestigio tecnológico paseado por todo el mundo (Estados Unidos, Suráfrica, Chile, China, India, Países Árabes, México, etc.) no sea defendida con algo más que palabras tendenciosas por el Gobierno y sin ninguna oferta clara de intervención para resolver el problema práctico que, como soy ignorante en estos asuntos y no conozco el fondo, me imagino que será una cuestión de dinero o algo parecido.
Y, ¿este Gobierno no se preocupa de ayudar de manera efectiva como hizo con los bancos? Puedo pensar que los amigos de las eléctricas se la tenían “jurada” a Abengoa, sobre todo por “lo” de la termosolar, y aprovechan la ocasión para ver si la pueden hundir. Nada me alegraría más que no lo consiguieran y que Abengoa saliera a flote con los cambios que tenga que hacer, pero que siga paseando la auténtica “marca España” por todo el mundo y mantenga esos miles de puestos de trabajo de alta cualificación que sostiene esta empresa.
A lo mejor también pesa que tenga marca Sevilla y no de Bilbao, Madrid o Barcelona. Como ha ocurrido en el pasado con otros sectores industriales (siderurgia, textil, etc.). No entro en más detalles porque “a buen entendedor con pocas palabras basta”.
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