En una de las cartas parisinas que RainerMariaRilke escribiese a Magda von Hattinberg -a quien el propio Rilke bautizara como Benvenuta-, el genial poeta checo anotó: “Hablar de amor significa hablar de dureza”.
Aquel aserto, que sonaba -y suena- a consciente advertencia, hacía referencia a la íntima realidad que todo ser humano manifiesta cuando experimenta los latidos que desordenan el corazón. Porque es entonces, cuando lo cotidiano pierde su acostumbrada certidumbre y termina tornándose en dicha o en angustia.
Recién finalizada la lectura -y relectura- de “Serán ceniza” (Libros Canto y Cuento. Colección DKV. Jerez de la Frontera, 2015), de Pedro Sevilla, he recordado la cita rilkeana, pues al hilo de estos nuevos versos, la conciencia del vate arcense se mueve entre la belleza y las bondades de sentirse vivo, amante y amado, pero también, sobre la fulgurante trascendencia de saberse vulnerable y mortal.
Algunos de los 27 poemas que aquí se recogen, ya vieron la luz en la antología que se editase en 2009 bajo el título, “Todo es para siempre”.Desde una perspectiva abarcadora y de tinte clásico, el yo lírico roza ahora con su alma y con su pluma una solidaria sentimentalidad que aproxima al lector sus quimeras, sus preguntas y sus anhelos: “Esparzo estas palabras/
 en el raro silencio de un cuaderno,/ 
les pongo el corazón y espero que germinen:/ que la escritura alcance madurez/ cereal y que un día alguien pueda,
/ como un trozo de pan y de memoria,/ hacer de estos poemas su alimento”, reza el poema inicial.
El volumen, que se abre con los conocidos versos de Francisco de Quevedo, “Serán ceniza, mas tendrán sentido./ Polvo serán, mas polvo enamorado”, mantiene esa dicotomía de ventura y desamparo ya citada, pero se sumerge, a su vez, en cómplices territorios que despertaron la esperanza pretérita y en cercanos protagonistas que trasmitieron su amor y su bondad hasta el presente:“Ha habido que morir, retornar encendido,/ y acoger en el seno a la alegría,/ que es amor, puro fruto,/ un gozoso legado que también ennoblece”,
Sabe bien Pedro Sevilla que el arte-y aún más la poesía-, está al servicio del ser humano, y que el propio decir es un tipo de plegaria con la que aspira a reclamar un universo más justo, más libre y más solidario.
Además, el escritor arcenserevela que el mejor camino para conseguir su propósito, es la entrega y el amor. Y así lo escribe, en algunos de los textos más hermosos que contiene el volumen, y en los que intuye, explica y comparte con la esposa su inflamado sentir: “Ya el verano vencido, con los oros suaves/
de la tarde de agosto, qué alegría, Josefa,/
salir contigo al campo, al fugitivo río/
hecho de tiempo y agua que se aleja y se queda”.
Un poemario, en fin, de honda factura, de límpida pulsión, en el que se refleja la voz madura e inspirada de un autor que se viste de pies a cabeza con el ropaje veraz y certero de la poesía muy bien hecha. Y muy bien dicha: “Todo ha sido verdad aunque pasó en el tiempo./Me lo dice la rosa, su perfume amoroso,
/ o el pájaro, alta lumbre que vuela, canta y tiembla:/ todo ha sido verdad porque es amor”
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