Desde el día once y hasta el veintiséis cuelga sus grabados en la sala San Miguel, en un totum revolotum con el también grabador Ángel Domínguez y el pintor Evaristo Montaño. Blanca Rodríguez es jerezana y a punto de trasladarse a Castellón para realizar un máster ha contestado a nuestras preguntas.
Junto al pintor Evaristo Montaño y al también grabador Ángel Domínguez expone usted en el Salón Cultural San Miguel de Arcos de la Frontera. ¿Nos explica este ‘Totum revolotum’, título con el que han denominado a la exposición?
—Totum revolotum fue el título que Evaristo nos propuso para la exposición. Fue él quien nos ofreció compartir la sala y, al aceptar, reparamos en que es muy difícil casar en una misma muestra la presencia poderosa de la pintura con la levedad casi espiritual que emana el grabado. Esto añadido a la diferencia de estilos entre las obras de cada uno fue lo que nos llevó a titular la exposición Totum revolotum porque, efectivamente, se trataba un “todo revuelto, al que creo hemos conseguido imprimir algo de armonía gracias a un entorno tan privilegiado como es la Sala San Miguel.
Dicen los que la conocen desde niña que nació dibujando, pintando, creando. ¿Es eso cierto?
—Posiblemente mi primer recuerdo sea el de verme sentada en las rodillas de mi padre mientras él hacia un dibujo para mí. Y guardada junto a ese recuerdo, tengo la profunda convicción de que algunos nacen con una visión diferente y más sensible sobre las cosas,un don, o un castigo, por el que hay que pagar peaje en esta vida. Y que, de todo lo que esto nos provoca, nacen nuestras las obras como pago a esa visión, y como terapia o bálsamo para existir de este modo.
Se licenció en Bellas Artes en la Universidad de Sevilla. Imagino que, aunque no exentos de la dificultad propia, sus estudios artísticos constituirían un paseo, a la vista de su aptitud congénita? ¿O no?
—Es cierto que en mi familia siempre se ha respirado un ambiente de creación; por parte de mi padre y mi tío Ricardo siempre he mantenido contacto con el mundo del arte plástico y la literatura. Aunque también es necesario decir que en una Facultad como la Bellas Artes de Sevilla uno recibe una formación muy amplia pero también muy exigente y coincide con personas con enormes aptitudes, como es el caso de Ángel Domínguez ,que expone conmigo en esta ocasión y que tiene una habilidad especial para el dibujo, en mi opinión. En cualquier caso mi fórmula personal siempre ha sido el trabajo y de todas mis obras lo mejor de mí en el momento de realizarlas.
Precisamente en la Universidad es donde ha realizado usted su actividad artística, con varias exposiciones. ¿Cómo ha sido esa actividad postuniversitaria?
—Tuve la oportunidad de participar en dos colectivas más para la Universidad de Sevilla y alguna en Portugal. Aunque durante este pasado año he podido desarrollar mi actividad en algunos pueblos de la Sierra de Huelva, como Fuenteheridos, en los que se está empezando a apostar por el arte como iniciativa cultural. En 2014 tuve la suerte de recibir el Premio Museo Provincial de Huelva en el Certamen de Pintura al Aire libre de Cortelazor la Real, cita y punto de encuentro al que me encanta acudir cada año porque, si bien el grabado como un gran lago con una superficie en calma donde vierto mis impresiones más profundas, nunca dejo de lado la pintura que, aunque es una compañera algo más despiadada, a veces se abre para dejarnos disfrutar de su frescura y su fuerza inmediatas.
También ha expuesto en Portugal y ahora parece que va a iniciar un máster en técnicas de grabado en la comunidad valenciana. ¿Nos lo explica?
—El paso por Portugal dejó muchos frutos, algunos de los cuales pueden verse estos días en Arcos , ya que las obras de Ángel y las mías vieron la luz entre talleres de Évora y Sevilla. Ahora emprendo una nueva etapa siguiendo siempre al grabado, que me conquistó desde el primer día de taller, pero con el cual tengo una espina clavada: tengo papeles en los que reza “Licenciada en Bellas Artes ,Especialidad: Pintura” pero, aunque he dedicado tres años completos de formación y especial atención al arte del grabado, no hay más prueba de ello que mi obra. Es por esto que cursaré este año el máster de grabado y serigrafía, en la Escola d'Art i Superior de Disseny de Castellón, el cual es el único oficial para este campo en Europa y Sudamérica.
¿Es el grabado una disciplina plástica que admite renovaciones técnicas? Lo digo porque en la exposición de Arcos aparecen elementos y soportes como el cuero.
—El grabado es un arte que se conoce como menor y muy tradicional, para algunos casi roza lo artesanal, pero desde el primer contacto tuve la impresión de que era una de las ramas con más potencial de innovación, a través no sólo de las técnicas y los materiales, sino porque desdibuja,por naturaleza, la línea que siempre trazamos entre escultura y pintura: todo el revuelo que conllevaron las banderas de Jasper Johns, el cual es un importante referente para mí, permitiendo que la pintura trasgrediera las dos dimensiones del plano, ya lo consiguió el grabado desde el minuto cero. Esa es la razón por la que utilizo el cuero para grabar tanto como soporte de la estampa como materia prima para fabricar la matriz que luego se imprime sobre el papel. Este material por sí mismo consigue sacar al espectador del concepto del grabado tradicional y hacer que perciba esa tridimensionalidad y entre en contacto con la obra de manera inmediata.
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