Notas de un lector

Los dones de la luz

Nacido en La Roda, en 1950, su obra poética ha aparecido en muy distintas revistas, antologías…, así como sus puntuales trabajos como crítico literario. En 2012, la Diputación de Albacete publicó su primer poemario, “Memoria de lo usado”, al que se suma ahora éste que me ocupa y que con su habitual

Durante más de cincuenta años, Paul Valery amanecía entre las cuatro y la cinco de la mañana, y en las horas del alba, se afanaba en escribir un buen número de anotaciones, reflexiones, aforismos…, que con íntima dedicación y paciencia fue pergeñando hasta completar la cifra de 261. En uno de ellos, incluyó esta sentencia: “Para el poeta, la luz es llama con la que iluminar los soles de su creación. Afánese, pues, todo aquel que quiera llamarse poeta, en encender cada uno de sus versos con honesta, humilde e inspiradora lumbre”….
Traigo a colación la memoria del escritor galo, tras la lectura de “Los dones de la luz”de Manuel Cortijo. Nacido en La Roda, en 1950, su obra poética ha aparecido en muy distintas revistas, antologías…, así como sus puntuales trabajos como crítico literario.
En 2012, la Diputación de Albacete publicó su primer poemario, “Memoria de lo usado”, al que se suma ahora éste que me ocupa y que con su habitual esmero acaba de editar Lastura, dentro de su colección Alcalima.

“Todo es posible si llegamos/ a percibir la luz,/ toda la luz que somos,/ la luz germinativa que nos lleva (…) instantes de la luz, sorbos de luz/ para que se hagan lumbre,/ palabra donde ser”, escribe Manuel Cortijo en el poema que le sirve de pórtico, “En un principio”. Y desde esa luminosa declaración de intenciones, va articulándose este volumen, que canta y cuenta con precisa pericia lingüística y verso muy bien ritmado, el tránsito de una vida por donde asomó y asoma la voz de un yo corazonado y verdadero.
La incertidumbre del destino, el sucesivo fulgor que convoca el ayer, el necesario bálsamo que anida en las palabras y el enigma amante que encierra cada ser humano, son las claves temáticas de estas páginas y que, a modo de ilimitados dones, concede el vate manchego al lector: “Y todo se detiene en esta hora/ hermosa de saber,/ hermosa de quedarme en lo que hiere,/ quedarme en esta luz/ de ahora que he encontrado  (…) como savia llorando hacia el poema/ por donde entra en mi vida,/ quemando como un ascua,/ esta emoción de ser en lo que vivo”

    Amén del poema-pórtico citado, el libro se divide en dos apartados, “Instantes de la luz” y “Palabras para ser”.
El primero de ellos,  traza el mapade quien respira un tiempo incierto en un espacio de inquietantes cambios. Con un decir de acentuado tono reflexivo, Manuel Cortijo se enfrenta a ese otro mañana donde el alma ya no será sino memoria, “fugacidad pensada en este instante”.
En su segunda parte, el poeta pretende conocerse y reconocerse a través de “una palabra que me acerque a mí (…) que se recoja en mí, me alce/ con su música en olas”, para así, poder dar lo mejor y más verdadero de sí mismo, una vez conclusa la batalla entre sus sensaciones y el temblor del lenguaje.

     En su prefacio, Rocío Alarcón afirma que estos poemas “alcanzan un estado rebosante de plenitud”.
Desde ese estado de inspirado borbollón creativo, nacen, sin duda, los mejores instantes de este bello poemario, que fluye como madurado y llameante manantial lírico y que se apoya en la libertad expresiva de un verso simétrico y cálido.

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