Notas de un lector

Eliot, en 'La tierra baldía'

El pasado mes de enero, se cumplieron cincuenta años de la muerte de T.S. Eliot (n.1888). Con tal motivo, Lumen publica “La tierra baldía”, obra cumbre del escritor norteamericano.

El pasado mes de enero, se cumplieron cincuenta años de la muerte de T.S. Eliot (n.1888). Con tal motivo, Lumen publica “La tierra baldía”, obra cumbre del escritor norteamericano.
Esta nueva edición, traducida con esmero por Andreu Jaume, cuenta con un jugoso estudio del propio Jaume, quien revela con detalle las claves humanas y literarias que rodearon la creación del poemario.

    Con motivo de la aparición en 2012 del volumen, “La aventura sin fin” -que recogía diecinueve ensayos de T.S Eliot, imprescindibles para tener una visión amplia y real de su sentido y sentimiento críticos-, escribí que el genial autor estadounidense arrastró durante toda su vida un peculiar afán de huida, de incesante mudanza. Su biografía está plagada de nuevos hogares, renovados amores, transformaciones interiores, y también su corpus literario se vio sacudido por una singular metamorfosis que fue perfilándose sin pausa hasta hallar al final de su existencia su ideal más óptimo.
Su pasión europea -fue bautizado en 1927 por la Iglesia anglicana y se convirtió ensúbdito británico-, le granjeó enemistades en su América natal, sobre todo al recibir en 1948 el premio Nobel como escritor inglés.
Pero al margen de estos graduales procesos de cambio, T.S Eliot supo redondear una obra lírica y ensayística de capital trascendencia. Ni la poesía ni la crítica del siglo XX pueden entenderse sin el magisterio de un autor que puso patas arriba los conceptos manidos y anticuados que circulaban por entonces.
Su obra poética se agrupa en tres libros imprescindibles “Prufrock y otras observaciones” (1917), “La tierra baldía” (1922) y “Cuatro cuartetos” (1935-1942). En estevolumen que comento, se reúnen,con buen criterio, los dos primeros, pues guardan una complicidad que se pone de relieve tras la lectura común de ambos.

     “`La tierra baldía´ encarna, no sólo una imagen devastada de su tiempo, sino también una teoría de la tradición exhausta, a la vez que ha propuesto un paradigma de complejidad, oracular e intimidante, que ha generado una especie de ansiedad interpretativa por donde han transitado todas las escuelas críticas, desde el formalismo y el estructuralismo hasta el psicoanálisis y el feminismo”, anota en su prefacio Andreu Jaume.
Cercano al centenario de su publicación, sorprende la multiplicidad de análisis que siguen generando estos versos y la vigencia que mantienen. El afán por alejarse de la herencia romántica, de implementar el novedoso correlato objetivo -lo que se hace notar en el poema no debe ser el yo biográfico sino laproyección del mismo, de situarse muy próximo a la identidad dramática -mejor Dante que Shakespeare-, y de dotar a sus textos líricos de un humor pleno de contenida emotividad, crearon, al cabo, la personalísima forma de hacer T. S. Eliot.

La poesíaeliotiana, lindante con los simbolistas franceses -Corbiere, Laforgue- y con los metafísicos ingleses -Marvell, Herbert- nació de lo más profundo de su espiritualidad y de la esencia de su sentimiento humano, para desde la desposesión, poder hallar lo eterno. No cabe duda, de que aun reconocidas la fama y la trascendencia de “La tierra baldía”, su lectura no es sencilla, ni en muchos casos resultará satisfactoria. Hacer poesía huyendo de la emoción y de la personalidad deviene, con frecuencia, en un decir que puede ser tachado de frío e indeterminado.
Esta reciente y esmerada edición, es una espléndida ocasión, para que el lector ponga de nuevo a prueba al genial autor.

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