Notas de un lector

'Impedimenta', suma y sigue

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La editorial Impedimenta, continúa en su loable empeño por dar a conocer la narrativa internacional más esencial. Camino de cumplir sus dos primeros años de existencia, este esmerado sello -Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial en 2008-, da a la luz tres nuevos títulos: “El solterón”, del escritor checo Adalbert Stifter, “Memoria de George el amargado” del galo Octave Mirbeau y “Los domingos de Jean Dezért”, de su compatriota Jean de la Ville de Mirmont.


Si hago balance de este último, no es sólo por las lógicas razones de espacio, sino por el consejo del director de la colección, Enrique Redel, que me adjuntaba una pequeña nota en la que afirmaba: “Quería recomendarte fervientemente la lectura de este libro. Se trata de un volumen excepcional, de un tesoro raro”. Confiado en las palabras de este buen amigo y sabio editor, no dudé en dar cuenta de esta espléndida novela, que atrapa y que seduce, tal y como hace su protagonista, Jean Dezért con su cotidiana y singular existencia.
No sólo autor y actor principal son coincidentes en su nombre. En pequeños cortes autobiográficos, la vida Jean de la Ville de Mirmont se asoma también por estas páginas. Nacido en 1886 en Burdeos, se instaló en París a los veinte años -ciudad donde se desarrolla el relato-. Funcionario -como Jean Dézert- en la Prefectura del Sena, fue movilizado en 1914 tras el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Pocos meses después, murió sepultado por la explosión de un obús. Con tan sólo veintiocho años -uno menos que su heterónimo Dezért-, su obra quedó quebrada de manera trágica. Pero por fortuna conservamos esta bellísima pieza, además de sus poemas, ya célebres, gracias a la voz de Gabriel Fauré

De la Ville de Mirmont se consideró siempre más poeta que novelista (“El único estudio, para el poeta, es el estudio de la vida; su labor más fecunda, vivir y vivir bien”, confesó); y a fe que su prosa tiene un aire lírico, una mirada almada que recorre con delicadeza los múltiples espacios y personajes que desfilan por estos domingos solidarios.
Jean Dézert, “que considera la vida como una sala de espera para viajeros de tercera clase”, aguarda cada día un golpe de fortuna, q un viento favorable, que gire las velas de su rutinaria singladura. Mas todo cambia cuando llegan los domingos. Su imaginativa y fantasiosa disposición dejan paso al gozo espiritual y ni un franco escatima entonces para darse a los placeres culinarios, cinematográficos, literarios... “El domingo es la vida entera para Jean Dézert. A él le gusta ese día que pocas personas comprenden”.
Su sosegada existencia, se verá alterada tras conocer a Elvira Barrochet, una jovencita de dieciocho años a la que Dezért deberá “enfrentarse” con esforzada ironía y desasido corazón y con la que incluso llegará a comprometerse.

Con una prosa fluida y armoniosa -a la que ayuda la excelente traducción de Lluis Mª Todó-, de la Ville de Mirmont nos regala una historia de fina trama, repleta de sugerentes contradicciones, como su propia existencia. “Yo creo que sufrió mucho, que quiso sufrir mucho. Aquel soñador no esquivaba la vida”, afirma François Mauriac en su prefacio.

Quede ahora al menos, aquel sufrimiento, como gozo común para todos sus lectores.

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