Uno de los retos de la Universidad de Jaén desde hace años es propiciar una interacción eficaz entre los estudiantes, tanto en el proceso de grado, como una vez finalizados sus estudios, y las empresas jienenses, con la intención de que el capital humano que se forma en Jaén no deba buscar oportunidades fuera de nuestras fronteras y, por otro, que las empresas y los sectores productivos jienenses no deban salir fuera a buscar egresados especializados. Es decir, ‘díganme qué necesitan que nosotros los formaremos con el compromiso de que ustedes, empresarios de esta tierra, los empleen’. Así de simple. Y para ello, la Universidad de Jaén y su actual rector, Manuel Parras, han creado la Fundación Universidad-Empresa, pero con un objetivo claro, que el flujo empresa-estudiante sea directo, sin intermediarios. Pues bien, la idea no ha caído bien en la Confederación de Empresarios de Jaén (CEJ) ni entre los sindicatos UGT y CCOO, que en una salida de tono han denominado a la fundación “el chiringuito de la Universidad” porque no comparten que la presidencia recaiga en la dirección del Consejo Social de la UJA, sino que apuntan al propio rector, que pueda delegar en un empresario o en una persona de reconocido prestigio. Es decir, via verde si es con sus criterios y “chiringuito” si es con los del resto del Consejo Social.
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