Vivimos época de elecciones, de algún modo convulsionados por el resultado de las elecciones griegas y por la nueva convocatoria de elecciones autonómicas en Andalucía.
En cuanto a los griegos, tengo que decir que no me gusta en absoluto lo que ha sucedido. No soy partidario de que puedan ganarse elecciones sobre la base de prometer como contenido esencial para captar votos que simplemente van a incumplirse los acuerdos que se tienen como país y que no va a devolverse en los términos pactados lo que se ha recibido como ayuda de otros países. Creo que el mundo no debería tener gobernantes que hagan de tales proclamas su credo, incumpliendo en ese caso por ejemplo con un país como España, pues nada menos nos debe más de 6.500 millones de euros, que encima aportamos en los años 2010-2011, esto es, en una época no especialmente boyante para nosotros.
He ido varias veces a Grecia porque dirijo un procedimiento judicial conjuntamente con abogados griegos desde hace años. Hablamos de una deuda de 1995 de la que solo se ha cobrado todavía una parte a pesar de ganar el procedimiento judicial, que ha tardado unos 10 años y cuya ejecución se torna muy costosa y compleja, poniendo de relieve que precisamente los países que no ofrecen seguridad jurídica y que tienen una justicia poco eficaz son mucho más proclives a las crisis y tienen mucho más dificil el progreso. Por eso, creo que lo importante es que sean capaces de trabajar en hacer del suyo un país mucho más serio, moderno y eficaz, como por otra parte vienen consiguiendo por ejemplo Portugal o Irlanda, en lugar de perderse en populismos que pueden ser un verdadero desastre para todos.
Y en Andalucía tengo claro que lo que ha pasado es que nuestra Presidenta ha decidido jugársela convencida de que es el momento ideal para ganar y dar un salto de gigante en su carrera política, que IU está deteriorada y le va hacer mucho daño Podemos, que éstos aún no están preparados de verdad y que el PP ha de pagar por el grave error de haber elegido desde Madrid para esta tierra a un político carente de carisma y que sigue siendo un desconocido para la mayor parte de los andaluces.
Me parece absurdo que hable de intereses de los demás cuando los únicos que hay son los suyos propios en una jugada que está convencida le va salir bien y que revela que lo importante para muchos políticos no es otra cosa que el poder y su propia ambición por ejercerlo.
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