¿Cómo es posible que una persona que deja en herencia un patrimonio estimado en 3.200 millones de euros sólo pague 1,5 millones a Hacienda? ¿No parece lícito, verdad? Pero sí, lo es y no hay que buscarlo en Suiza o las Islas Caimán, sino en España.
A muchos estas cantidades les sonarán porque se corresponden con la herencia de la duquesa de Alba, que falleció recientemente. En esas fechas, desde Gestha denunciamos que el 90% de su patrimonio está libre de pagar impuestos debido a su consideración de Patrimonio Histórico y por la cesión de sus obras de arte y antigüedades a la Fundación Casa de Alba.
Pero también se debe al hecho de tener el domicilio fiscal en la Comunidad de Madrid, donde el Impuesto de Patrimonio no existe y el Impuesto de Sucesiones y Donaciones está bonificado al 99%, es decir, que solo tributa el 1% de la herencia, mientras que en Andalucía, donde la duquesa pasaba gran parte de su tiempo, se grava al 36,5%, uno de los tipos impositivos más altos de España.
Dicho esto, llegamos a una importante evidencia: un rico en Madrid es todavía más rico, mientras que en Andalucía, bastante menos. Esto se debe, obviamente, a la existencia de distintas políticas fiscales en las comunidades autónomas españolas, pero sobre todo se debe a una cuestión ideológica. En Madrid gobierna el PP, más proclive a reducir impuestos, especialmente a los ricos.
En el lado contrario se sitúa Andalucía, gobernada por los socialistas desde hace décadas y donde sus contribuyentes pagan algunos de los tipos impositivos más altos del Estado español, no solo en los impuestos que gravan la riqueza, sino también las rentas del trabajo, ya que los andaluces pagan hasta un 56% de impuestos en el IRPF.
Con este panorama, es posible pensar que se produzca un baile de grandes patrimonios entre autonomías, lo que ya se conoce como “nomadismo fiscal” y que no solo practican las personas físicas, sino también las grandes corporaciones y multinacionales para reducir su factura fiscal. Por tanto, no hace falta acudir al extranjero para rebajar el pago de impuestos, ya que también en España tenemos nuestros propios “paraísos fiscales”.
En gran parte de las comunidades las diferencias no son considerables, mientras que cada vez hay una mayor brecha entre la Comunidad de Madrid y las tres que más gravan, que son Cataluña, Andalucía y Asturias. Estas tres últimas tienen un impuesto máximo sobre la renta del 56%, frente al 52% de media nacional y al 51,5% de Madrid.
Pero las diferencias no se quedan solo en el IRPF. En Patrimonio, Madrid lo tiene bonificado al 100%, lo que significa que no se paga nada por este impuesto. Sin embargo, aunque resulta una cantidad ínfima, por un patrimonio de 800.000 euros los catalanes desembolsan 769 euros, más que en ninguna comunidad, donde la mayoría paga 200 euros.
En el caso de las herencias el abismo que se abre entre comunidades es todavía más flagrante. La diferencia de residir en Cantabria, La Rioja, Madrid y Castilla-La Mancha, donde apenas se tributa por una herencia de 800.000 euros, y autonomías como Asturias, Andalucía y Murcia es de 160.000 euros, lo cual puede ser una razón de peso a la hora de trasladar el domicilio fiscal, sobre todo en el caso de grandes patrimonios como el de la duquesa de Alba.
En los últimos meses hemos sido testigos de un despliegue de rebajas fiscales en el Impuesto de la Renta, en gran medida llevadas a cabo por gobiernos conservadores y de corte neoliberal, favorables a una menor proporción de impuestos. Esto ha desencadenado una especie de competición entre autonomías para captar nuevos contribuyentes y también con la vista puesta en las elecciones autonómicas de 2015. Pero no cabe duda de que, en la práctica, ese “nomadismo fiscal” solo es viable para los grandes patrimonios que, como la duquesa, pueden hacer artilugios fiscales para pagar lo menos posible al fisco, incluso aunque dentro de esos malabares se encuentre el cambio de domicilio.
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