Salir de la adicción a cualquier tipo de sustancia es un esfuerzo sin descanso para desbloquear mente y cuerpo, maniatados por la fuerza intangible de las drogas, secuestrados por el poder de seducción de esos compuestos ladrones de vidas. La sociedad, igual que nos las pone delante, tiene también herramientas para iniciar la batalla de la desintoxicación y lograr escapar del fantasma de las drogas. Salir de las drogas sí se puede, pero ¿después qué?
Es una una reflexión que surge después de conocer el testimonio de Manuel Mora y Rocío Pichardo, que han querido usar el altavoz de Viva Huelva para dibujar los muchos muros contra los que están chocando a la hora de, una vez libres de las adicciones, tratar de reincorporarse al mundo laboral: “¿Quién apoya a aquellos que, como nosotros, hemos salido de una adicción con tanto sufrimiento para salvar nuestra vida esperando que después encontráramos una estabilidad económica, un trabajo?”, se pregunta Manuel Mora.
Manuel estuvo 15 años enganchado a la cocaína y al alcohol, era carnicero y matarife, pero su adicción le llevó a perder su vida y su libertad. Cumplió condena. Superó un tratamiento de cuatro años en Proyecto Hombre, del que salió hace dos años. Está limpio. Ahora tiene 44 años y ahogado por el vacío de la ausencia de oportunidades laborales.
Rocío vivió 25 años con la mordaza de la base, que desangró su presente y futuro, mató su juventud y la acabó llevando a prisión. Cumplió condena. Logró superar el programa de cuatro años de desintoxicación en Proyecto Hombre. Hace un año que lo superó. Ahora tiene 52 años y en su esfuerzo por trabajar sólo se encuentra puertas cerradas.
Los dos se muestran “muy agradecidos” a Proyecto Hombre porque “hemos vuelto a nacer” y “nos han enseñado a buscar trabajo”, pero Manuel se pregunta “¿cómo a unas personas que luchan por su vida luego nos dejan a la intemperie?”. Manuel (manuel19702011@hotmail.es) actualmente ofrece su apoyo a personas en tratamiento con charlas terapéuticas en ARO, las ha dado en Proyecto Hombre y está a punto de completar el proceso para que su caso sirva de ejemplo a los que se tratan en Cruz Roja. “Si me veo sin recursos, sin un trabajo que me ayude a completar mi reinserción, no puedo predicar con el ejemplo con los chavales a los que trato de ayudar con mis testimonios. No acabo de ver la luz”, lamenta.
El estigma de la vida laboral
Cuando Rocío le ganó la batalla a su adicción, empezó a buscar trabajo. El problema llega cuando tiene que presentar la vida laboral, y en ella se refleja que trabajó como interna en el servicio de lavandería del centro penitenciario: “Directamente me siento rechazada; cuando miran la vida laboral me echan atrás”, lamenta. Sobre este detalle administrativo de reflejar el pasado carcelario en la vida laboral se pronuncia Federico Pérez, director terapéutico de Arrabales: “No debería aparecer en la vida laboral que se ha trabajado en la cárcel porque no ayuda a superar los estigmas y, queramos o no, para mucho a un empresario a la hora de elegir a quién da un puesto de trabajo”. En esta línea, Cristóbal Gangoso, fundador de ARO y director técnico de la Asociación Dr. Cristobal Gangoso Aragón, habla del “derecho al olvido” y de que “cuando en tu vida laboral aparece que has trabajado en la cárcel te haces poco deseable”.
“Pensé que al salir del programa tendría una vida normal, pero estoy comprobando que no”, lamenta Rocío Pichardo. Ella y Manuel son pareja y empiezan a estar con el agua al cuello. Después de quitarse las cadenas de la drogas, ahora se encuentran con la soga de una sociedad escasa de trabajo y sobrada de estigmas para casos como el de ellos: “Si de aquí a un mes no nos sale trabajo a alguno de los dos nos quitarán la casa de alquiler”, dice Manuel, que lanza la siguiente reflexión: “Si la ley contempla incentivos para las empresas a la hora de contratar personas con discapacidad, ¿por qué no hace lo mismo con personas como nosotros que hemos demostrado nuestra capacidad de sacrificio? ¿Por qué no se tiene en cuenta para la inserción laboral?”.
Visión de expertos
“Querida sociedad, si usted es causante del problema, ¿por qué no ayuda más a levantarse?”. Es una reflexión de Cristóbal Gangoso, experimentado terapeuta con personas adictas (40 años de vivencias en ARO). A la hora de evaluar situaciones como las de Manuel y Rocío y sus problemas para la reinserción laboral, considera que “se debería partir de un punto cero, pero no de un -1. Que sea un punto negativo es injusto”. En esta línea, considera que “la sociedad nos ayudó a picar y no te ayuda a levantarte” y ve que sigue habiendo un “rechazo encubierto” para con los extoxicómanos. “Ya de por sí es difícil salir, pero más difícil se hace con la resistencia y los prejuicios sociales”. También lanza el siguiente mensaje: “Nos es un mérito ser un ex, pero tampoco debería ser un demérito. Nadie debería invocar el derecho a trabajar por estar rehabilitado, pero tampoco debería ser motivo de exclusión”.
Por su parte, Federico Pérez considera que ser extoxicómano “no es una premisa suficiente para no encontrar trabajo”. En Arrabales, asegura, hay un índice “alto” de reinserción laboral y “socialmente estamos viendo que se están dando oportunidades porque se valora el esfuerzo que conlleva superar un programa, aunque es verdad que sigue siendo un estigma y al principio es difícil”. También considera que, aunque hay muchas empresas que se están implicando en la reinserción, hay otras “que deberían tener un conocimiento más amplio de la situación porque a muchos todavía les hablas de drogas y se asustan”.
Para Felisa Solís, responsable del Plan de Empleo de Cruz Roja, la clave está en “no vender las adicciones” de las personas que están en el programa a las empresas “para no crear etiquetas”, y poner especialmente el acento en las competencias profesionales y en el trabajo de recualificación de los afectados para facilitar su regreso al mundo laboral.
Para concluir, Gangoso asegura, tras cuatro décadas de experiencia, que personas como Manuel y Rocío “salen muy reforzados laboral, social y familiarmente” cuando han logrado completar un programa de deshabituación. Sobre Manuel, al que conoce personalmente, dice que lo ve “muy bien, muy reforzado y me gusta mucho su respuesta. Me encanta”.
Manuel y Rocío seguirán en su lucha. Él deja esta última reflexión que viene que ni pintada para resumir el sentido de este reportaje: “Hemos acudido a todo lo habido y por haber y nos cierran las puertas con vanas excusas. Así vemos cada vez más personas que han recaído en las calles. Entrar en las drogas es muy fácil, pero salir es muy duro y más duro es mantenerse fuera”. Sí se puede, ¿y después qué?
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es