La tónica general de las campañas de control de tráfico que realiza la Dirección General es que un bajo porcentaje de los conductores parados incumplen las normas de circulación, pero cada año, sorprende (incluso en lo escueto del comunicado que se ofrece a los medios) el alto porcentaje de vehículos, que destinados al transporte escolar, se saltan a la torera la normativa. En la última campaña el 70 por ciento de cuantos se sometieron al control no estaban en regla. Y cuidado, que un número elevado de ellos era por cuestiones tan graves (no olvidemos que transportan a niños en edad escolar), como no tener la autorización especial para tal fin o carecer de seguro de responsabilidad ilimitada. Tal vez las sanciones no sean demasiado persuasivas cuando año tras año el porcentaje de los vehículos que incumplen es tan elevado. ¿Qué debe hacer el propietario o conductor de un autobús que no tiene la licencia o no tiene el seguro para que se le quiten las ganas de jugar de este modo con decenas de niños cada día? ¿Es necesario que ocurra alguna tragedia? Deberían tomarse medidas serias para evitar este tipo de irregularidades para que no vuelvan a repetirse nunca más y poner el mismo celo, o más si cabe, que se pone en otros tipo de controles que afean mucho más las estadísticas de tráfico. Porque detrás de cada estadística siempre hay personas, no lo olvidemos.
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