Notas de un lector

Voces Nuevas

A través de su fecunda trayectoria editorial, Torremozas ha mantenido el hábito de ofrecer periódicamente un volumen de “Voces Nuevas”, con el propósito de estimular la creación de poetisas hasta ese instante inéditas

A través de su fecunda trayectoria editorial,  Torremozas -ya por el número 281-, ha mantenido el hábito de ofrecer periódicamente un volumen de “Voces Nuevas”, con el propósito de estimular la creación de poetisas hasta ese instante inéditas. En esa serie reconocida como “uno de los principales objetivos de la Colección”, ve la luz su selección XXVII, que reúne ocho nombres femeninos de muy diversa talla y condición.

     En efecto, una colombiana y siete españolas de diferentes puntos de nuestra geografía, con notas biográficas que en alguna ocasión alcanzan las veinte líneas, y en otras no pasan de tres, y en las que se omiten -con una sola excepción- las fechas de nacimiento, como ocurre en la mayoría de los libros firmados por mujeres, estas ocho féminas -y cierro el largo inciso- son las que se reparten las sesenta páginas del volumen que comento.

     Fácil es comprender que, con tres o cuatro poemas por autora, el crítico no pueda entrar en valoraciones globales, y sí en dejar  constancia de unos nombres que inician su andadura en el campo de la poesía, y, en todo caso, deducir de la corta muestra ofrecida, maneras y tendencias. Empero no cabe duda de que el Consejo Asesor de Ediciones Torremozas, responsable de la selección, ha debido de disponer de un material más abundante a la hora de elegir y, en consecuencia, su decisión ha de estar justificada.

     Abre la marcha Pilar Contreras, , albaceteña de Tobarra, que formó parte en 2010 de la Antología “Unidas por el corazón”, y que se declara “adulta, feliz y sin miedos”, bajo la inesperada tormenta de verano; la sigue Resurrección Espinosa, profesora de español en New Haven (EE.UU), y autora de varias obras de teatro, a quien también inspiran la lluvia y el verano, si bien sus poemas se tornan elegíacos sin que en ningún momento les falten: “el coraje para el verso, la voz,/ la palabra”.
Dolores García, leridense y profesora de Instituto, ciñe más la extensión de sus poemas, pero su verso fluye ágil y jugoso. Ana Gómez, de Tudela, periodista de carrera y profesión, escribe una poesía desgarrada y rebelde, que quiere ser rompedora y lo consigue.
Adriana Gordillo, colombiana, profesora de español en la Universidad de Minnesota, hilvana unos versos en los que hay sugestión y sorpresa; no es extraño que afirme “mi ciudad es la cuna de los contadores de historias”. Marina Izquierdo, valenciana de amplia trayectoria docente, hoy en la Universidad de Malta, es dueña de un verso derramado, generoso de imágenes; segura de sí, anota: “Sé quién soy”. A la madrileña Inés Jiménez  no le importa decir que nació en 1983. Economista de carrera, reside en Sao Paulo, pero en su deambular de ciudad en ciudad, pasó por Soria y no lo olvida: “Aquí todo es más fácil:/ basta con verlo reflejado en las aguas del Duero”. Finalmente, Elisa Lafuente, madrileña, psicóloga y residente en Fuenlabrada, habla en sus versos de la soledad “compañera inseparable que nunca traiciona”.

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