El Loco de la salina

Podemos

También los locos en el manicomio nos hemos unido como una piña para hacerle ver al director que podemos.

De momento ha quedado claro que podemos, aunque sea con los cinco dedos de una mano. Ahí están los números. Los grandes partidos se han quedado con la cara partida (nunca mejor dicho) y con la mosca detrás de la oreja al ver la fuerza con que nace un competidor que puede ir a más. Pero la gente en la calle se ha quedado un poco confusa con esa intrigante palabra de doble sentido. Unos dicen que “podemos” procede del verbo poder y otros del verbo podar. El personal en líneas generales está convencido de que procede del verbo poder y de que todos juntos vamos a hacer posible un cambio radical. Por soñar que no quede. Después vendrá la cruda realidad, como ya ha venido otras veces en nuestra reciente historia.

En este sentido hay frases muy elocuentes sobre los que ejercen el poder. Una dice: “El poder es la capacidad de pocos de hacerles creer a muchos lo poco que importan” Otra no menos clara:”El poder es tomar el miedo de otros en nuestras manos y mostrárselo” Y una última: “Lo sublime del poder depende de las virtudes de quien lo tenga”. Los locos tememos al poder, porque es el que nos tiene aquí encerrados. No le quepa la menor duda de que si pudiéramos, ya estábamos fuera. Y, aunque se diga por ahí que querer es poder, no se lo vayan a creer; sin ir más lejos, yo quisiera muchas cosas, pero, tal como está el patio, no puedo por mucho que quiera. El poder nos corrompe a casi todos. Y está por ver que después en Bruselas, entre tanto confort y tanto rollo, el tigre se nos vuelva gato en poco tiempo. 

Sin embargo para los locos, que nos tiramos en el patio demasiadas horas, tendría más sentido que la palabra “podemos” viniera del verbo podar. Porque esto se ha convertido en una selva de rateros, de oportunistas, de ladrones y de amantes de lo ajeno, que da miedo. Se lo están llevando todo en nuestra propia cara. Y en una selva lo primero que hay que hacer para andar por ella es ir cortando las ramas y las hojas de la arboleda. Lo vemos en el jardín. Todos los años podan las plantas para que crezcan más vigorosas al año siguiente y suelten bellas flores. Es la única forma de esperar que crezcan los famosos brotes verdes.

Y en este país lo que hace falta ya es una buena poda que acabe con tantísimo sinvergüenza. Trabajito va a costar, porque hay plantas que se enredan tanto, que no hay manera de meterles mano. Con la poda siempre hay que tener mucho cuidado. No se trata de meter las tijeras hasta las raíces. La poda hay que hacerla con cariño y con firmeza y se debe tener en cuenta que podar no es lo mismo que recortar a lo bestia. Recortar es cortar dos veces por el mismo sitio, cosa a la que ya nos estamos acostumbrando. El recorte te hace enano mientras que la poda te da esperanza de futuro.

También los locos en el manicomio nos hemos unido como una piña para hacerle ver al director que podemos. La verdad es que, cuando se lo hemos dicho, se le ha puesto la cara más blanca que la sotana del Papa. Pero nos ha dejado un poco desconcertados al preguntarnos qué podemos. Pensándolo bien, podríamos hacer muchas cosas, aunque el problema está en creer que podemos hacerlas. Por ejemplo, podemos escaparnos por la tapia, pero ni se nos ocurre, porque nos meten en la camisa. Podemos hacer un boicot y no comer los postres, pero a ver quién se lo explica a los demás locos.

En fin, la cosa promete. Y lo que esperan los curritos de la calle es que al podador no se le vaya la mano y se crea un emperador del ordeno y mando, podando por donde menos debe podar.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN