Hace tiempo que andan a la gresca los comerciantes del mercado de San Francisco, hasta el punto que han llegado a dividirse en dos asociaciones. Hace tiempo que unos quieren abrir por las tardes, al menos un día, como ya hacen sus compañeros del mercado de Peñamefécit. Otros muchos defienden el carácter tradicional de los mercados de abastos. La última palabra la tendrá finalmente la concejalía de Consumo de Victoria Garvín, que es, además, quien tiene que dotar de personal al mercado municipal en unos tiempos en los que pocos recuerdan ya qué era aquello de la productividad o las horas extra. Sin embargo, el fondo de la cuestión es mucho más profundo y consiste en dilucidar qué es lo que se quiere: un mercado de abastos o un centro comercial o supermercado. Muchos de los comerciantes comienzan su jornada a las cuatro de la mañana para acudir al mercado de mayoristas en busca del mejor género para sus puestos. Es complicado pedirles que tras una larga jornada de casi 12 horas den una cabezadita en la cámara frigorífica antes de volver a abrir. Por el contrario, la apertura del mercado a otro tipo de puestos que nada tienen que ver con los perecederos ha provocado que se reivindique la apertura por las tardes. Mala imagen daría un mercado abierto con un tercio solo de los puestos por las tardes. Podría ser incluso perjudicial. Un mercado de abastos es un mercado de abastos. Cuidado con querer ser lo que no se es porque al final se puede perder más de lo que se pretende ganar.
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