La tribuna de Viva Sevilla

América, ¿excusa o argumento?

Desde hace casi un año, los responsables de las administraciones local y autonómica tienen constancia de una petición por parte de nuestra asociación del traslado del Museo Nacional de América, actualmente en Madrid, a la ciudad de Sevilla.

Es la pregunta clave. Más allá de otras señas de identidad que tiene la ciudad, hay una que contempla perpleja cómo la sevillana  autocomplacencia  provoca  su triste olvido: América.

Un Hito: El Descubrimiento. Una Época: el Siglo de Oro.


No habría nada más que añadir. No haría falta… a no ser que ese país tenga por nombre España.
Se trata del acontecimiento globalizador más importante de la historia de la humanidad, de influencias recíprocas entre dos continentes y sus habitantes. Hablamos de la primera metrópoli universal que ha tenido este país, Puerto y Puerta del Nuevo Mundo.


No habría nada más que añadir. No haría falta… a no ser que esa ciudad tenga por nombre Sevilla.
Desde hace casi un año, los responsables de las administraciones local y autonómica tienen constancia de una petición por parte de nuestra asociación del traslado del Museo Nacional de América, actualmente en Madrid, a la ciudad de Sevilla en base a una premisa muy clara: el artículo 8 de la Ley 33/2003, del Patrimonio de las Administraciones Públicas, establece que entre los principios a que se ajustará la gestión y administración de los bienes y derechos patrimoniales por las Administraciones públicas, se encuentran:
a). Eficiencia y economía en su gestión.
b). Eficacia y rentabilidad en la explotación de estos bienes y derechos.


Apuntar que nuestra propuesta contempla como una posible sede las Reales Atarazanas, por aportar de manera constructiva una solución al maltratado monumento. En cualquier caso, el emplazamiento sería un asunto secundario, lo principal es reforzar con hechos la relación de Sevilla con América, que es rotunda e incuestionable.


No queremos cansar al lector con demasiada información, eso ya lo hemos hecho con nuestros gestores públicos, los cuales, muy educadamente, no contestan. Simplemente, juguemos a una pequeña y breve comparación:


Museo Nacional de América. Madrid, año de creación: 1941. Visitantes 2013: 71.541 personas.
Museo Nacional del Traje. Madrid, año de creación: 2004. Visitantes 2013: 138.889 persona.


Sobran comentarios. En medio de este panorama, el Ministerio de Cultura se limita a comunicar, utilizando el idioma de no decir nada, que el Museo de América no cambia de sede sin esgrimir un solo argumento. Entretanto, los ciudadanos confiamos en que cumplan el mandato de eficiencia ordenado en la Ley. Es cuestión de aplicar el sentido común sin enfrentamientos, y el claro ejemplo lo tenemos en que dos de los museos estatales más visitados son el Sefardí en Toledo, con casi 300.000 visitantes, y el de Altamira en Cantabria, con 239.829 visitas. A ver si la solución va a ser descentralizar con sentido.


Como curiosidad, recordar que de los 23 Museos de titularidad y gestión estatales, ni uno solo se ubica en Andalucía. ¡Qué mala suerte! 


No vamos a dar más datos, solamente esperamos que el sentido común aterrice en las cabezas de nuestros dirigentes (desde la Junta se acaba de anunciar que las Atarazanas contemplan un proyecto con América en el centro del discurso. Lo aplaudimos siempre y cuando los presupuestos de Cultura para con Sevilla sean en esta ocasión generosos… y ya, de paso, vamos a recuperar las llaves de las Atarazanas, que en manos de la Caixa no hacen absolutamente nada). A nuestro querido alcalde, el Sr. Zoido, todavía lo estamos esperando.


América debe convertirse al fin en el argumento de Sevilla (ahí tenemos las dos exposiciones que transformaron la ciudad en el pasado siglo). Enterremos, por tanto, los siete pecados capitales de España con respecto a América y el Descubrimiento que durante tantísimo tiempo llevan instalados en el subconsciente y, peor aún, la consciencia colectiva. Esperemos que el olvido, los complejos, la torpeza, la inacción, la incapacidad, la sumisión y, por último, la envidia desaparezcan algún día. De esta última es de la única que nos libramos Sevilla y los sevillanos. De todo lo demás, somos culpables.

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