En estos últimos meses se han producido dos novedades relacionadas con la energía eléctrica que están teniendo consecuencias nefastas para la industria en general, para la mayor parte del sector siderúrgico, y para nuestra empresa en particular. Estas novedades pueden llevarnos en un período, más o menos breve, al cierre.
Nos referimos al cambio en la normativa sobre prestación del servicio de interrumpibilidad, que reducirá nuestros ingresos por este concepto en un 90%, y en el brutal alza de los precios de la energía eléctrica, que se han duplicado y hasta triplicado en muchos días del mes de diciembre de 2013 con respecto al mes de diciembre de 2012.
Si comparamos los datos del mes de diciembre de 2013 con los de diciembre de 2012, podemos observar que, con datos de demanda energética máxima similares (647.231 MWh en diciembre de 2012 y 621.718 MWh en diciembre de 2013) los precios de diciembre de 2012 oscilan entre máximos de 80,00 €/MWh y mínimos de 9,52 €/MWh mientras que, en diciembre de 2013, los precios están entre máximos de 112,00 €/MWh y mínimos de 0,00 €/MWh (Fuente: Red Eléctrica de España, S.A.)
Y lo que resulta indiscutible es que la industria necesita energía a precios competitivos.
Y necesita estos precios competitivos por dos razones fundamentales: primero porque la energía es un componente fundamental de los costos de transformación. La energía puede llegar a constituir la cuarta parte de los mismos. Ello significa que cualquier alteración al alza de esos precios de la energía hace desaparecer el margen de ventas. Margen, por otra parte, cada vez más exiguo por los precios a los que hay que vender en los mercados que siguen activos.
Y en segundo lugar porque muchas de las empresas de nuestro sector llevan resistiendo más de 5 años las duras condiciones del mercado siderúrgico nacional y mundial. Un mercado nacional que se desplomó en 2008, y que pasó de consumir más de 6 millones de toneladas de barras de acero para la construcción, a escasamente 1. Y un mercado internacional, en el que se vende más del 60 % de la producción y donde se compite con empresas cuyos costes son, en muchos casos, infinitamente más bajos que los nuestros.
Precisamente esta diferencia de costes se debe, en gran parte, a que los estados occidentales y más concretamente Europa, han lastrado a las empresas con infinidad de leyes, impuestos, cargas ambientales, etc. cuando permiten constantemente que nuestros mercados rebosen de productos que no cumplen estos condicionantes.
La reflexión final que planteamos es ésta: La industria básica y, como tal, la siderurgia, es imprescindible para el desarrollo sostenible, para crear riqueza, generar recursos económicos y sostener el estado del bienestar de cualquier estado o comunidad.Las bases de esta aseveración son las siguientes:
- La siderurgia eléctrica es un modelo de gestión sostenible. Por cada tonelada de acero que recicla, ahorra alrededor de una tonelada y media de mineral de hierro, un 85% de agua, un 80% de energía y un 95% de carbón. El compromiso con el desarrollo sostenible es un hecho contrastado y contrastable.
- La industria del acero da trabajo de calidad e invierte en las personas constantemente.
- La industria del acero ejerce una clara acción tractora en el entorno.
- La industria no es una actividad especulativa puesto que precisa planes de negocio a largo plazo con inversiones constantes.
Estamos en una encrucijada. La sociedad, a través de sus representantes y gobernantes, debe elegir entre una industria localizada en países donde no existen compromisos sociales, económicos y ambientales, y entre defender y apoyar a la industria siderúrgica europea y española, líder mundial en Responsabilidad Social Empresarial.
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