Todo en el Betis huele muy mal. A la pésima gestión deportiva que ha derivado en la actual situación del equipo en la Liga, último clasificado cuesta abajo y sin frenos, se ha unido la debacle institucional que este lunes, en el marco de la presentación oficial de Leo Baptistao como nuevo futbolista bético, desvelaba el presidente de la entidad bética, Miguel Guillén.
La noticia hacía referencia a los negocios con empresas vinculadas al club heliopolitano que ha mantenido el actual administrador judicial, José Antonio Bosch Valero y que le ha costado la reprobación por parte del consejo de administración, detonante de su marcha como consejero.
Así lo explicaba con pelos y señales, el máximo dirigente bético: "Bosch dimitió el pasado 7 de enero forzado por su consejo, tras ser reprobado por sus actividades profesionales con empresas vinculadas al Betis. El consejo pidió la su marcha y este accedió a abandonar el cargo”.
Bosch, además de consejero, es administrador judicial. En este sentido, la jueza Mercedes Alaya se tendrá que pronunciar para ver qué decisión toma para la gobernabilidad del Betis.
Una polémica que estalló a raíz de informaciones que vinculaban al despacho de Bosch con Gesalus, empresa que le presta servicios médicos al club, quien reconoció que su despacho le había facturado a dicho proveedor y defendió la legalidad de la práctica. Lo dicho, un caos.
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