Era el 12 de octubre de 1492. América descubría a Colón. Lo vio venir desde la playa con la pinta que llevaba y se preparó para lo peor. Por resumir la historia y siempre bajo mi demencial punto de vista, América puso la cara y nosotros la cruz. A partir de entonces, ese día celebramos la Hispanidad y la alegría de ser españoles de casta conquistadora, es decir, de raza. A través de la historia hemos llevado a cabo grandes hazañas, porque lo nuestro es la hazaña a puro huevo. Sin ir más lejos, antesdeayer le hemos ganado el partido a Bielorrusia y nos hemos quedado con la satisfacción y el orgullo de arañarle parte del careto a aquella poderosa Unión Soviética de la hoz y el martillo. Eso sí, arrastramos desde siempre una fama espantosa de pícaros, buscones y listillos. No lo digo yo. Lo podemos leer en Quevedo, Cervantes, Gracián…y un largo etcétera de escritores punteros, que nos retrataron como si nos hubieran parido.
Los españoles nos levantamos todas las mañanas con muchas preocupaciones. La primera y fundamental es si vamos a disponer de cárceles para tantísimos chorizos como anidan en esta piel de toro. El cálculo es tan sencillo como el mecanismo de un sonajero. Vamos a una media de cien imputados (no diputados, aunque todo se andará) diarios. Añadamos políticos indecentes a los que nunca debió admitir un partido en condiciones, sindicalistas a los que nunca debió admitir un sindicato en condiciones, carteristas, timadores... Hay que sumar a continuación un sin fin de sinvergüenzas, ladrones, mangantes, chorizos…La media se eleva a tal cantidad, que ya no es un problema cívico, es una cuestión de espacio. ¿Dónde los metemos? Las cárceles españolas ya no dan abasto, aunque sean palacios comparadas con las que estamos viendo en esos reportajes que nos llevan al interior de las cárceles moras o sudamericanas. Quizás por eso a muchos no les importe vivir un tiempo una vida palaciega y por eso roban todo lo que haya que robar en la conciencia de que van a pasar a la sombra una temporada más o menos confortable. Y ya el personal lo tiene claro. Si se va a robar, se va por derecho. Ya lo decía el Peña: “Vamos a llevarnos bien, todo lo que haya que llevarse”. Nada de una motito o un pantalón. No. Cuantos más millones de euros, mejor. Se guardan en un sitio estupendo y a esperar sentencia. Curiosamente, y después de miles de folios y de declaraciones y de interrogatorios, el dinero nunca aparece. A los pocos años se sale del talego a disfrutar el botín. Y este tema nos preocupa entre otras cosas, porque a los que no llegamos a ese nivel se nos pone cara de idiotas (los locos ya la tenemos), produciendo en nuestro interior una mezcla de envidia y de complejo de inferioridad que nos tiene aquí hechos unos torpes empedernidos, mientras que la mayoría se lo lleva calentito en nuestras propias narices.
La segunda preocupación, aunque raíz de la primera, es el paro. Que se esté robando aquí como se está robando y que tengamos la tasa de paro más alta y brutal de Europa y que nuestros amados dirigentes sigan con la sonrisa en la cara y con su pensamiento puesto en subirse más el sueldo a sí mismos, es algo que subleva al parado más parado. Por lo visto lo importante es mantener contentos a los mercados. ¡Pero si los mercados están contentísimos de ver el panorama que hay en una España que cada vez aplasta más a los pocos trabajadores que le quedan! La tercera preocupación con que nos levantamos a diario es más o menos Mas. Ya lo decía Antonio Machado: “Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón”. Se equivocaba don Antonio, porque ya no son dos Españas, sino que a Cataluña hay que añadirle Galicia, el País Vasco… Ahora todo el mundo quiere ser independiente. Muchos soñarían con serlo de sus respectivas suegras, pero los sueños, sueños son. Con este panorama, don Antonio, ¿no es para tener el corazón helado?
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