Llgados a este punto y ante el silbido mirando al cielo de todas las administraciones y la negativa del alcalde de Jaén, José Enrique Fernández de Moya, el que dijo que nunca se montaría en el tranvía y que para evitar tentaciones ha decidido darle las llaves a la Junta de Andalucía, es necesario plantearse para qué sirve el tranvía de Jaén.
Mientras se convierte en un “vehículo que circula sobre raíles en el interior de una ciudad o sus cercanías y que se usa principalmente para transportar viajeros”, que es como lo define el diccionario de la Real Academia Española, el sistema tranviario de Jaén ya ha servido para que la ciudad tiña de negro, incluso de cuatricomía, las páginas de los principales periódicos del país y sea protagonista (y no precisamente por sus lindezas) de programas de la televisión pública española.
Sus 4,7 kilómetros que discurren de norte a sur de la ciudad se han convertido en la zona de carga y descarga más amplia con la que puede soñar cualquier transportista de la ciudad. El presidente del Radio Taxi en Jaén, Gabriel Domínguez, representante del gremio que más horas sufre el tráfico en la capital, añade al alivio de carga que ha supuesto para camionetas y furgonetas, el desahogo que ha supuesto a lo largo de la parte más urbana de su trazado para los apresurados padres que cada día deben recoger a sus hijos del colegio y para los amantes de los recados motorizados. “Mi señora no puede apenas andar y he dejado el coche un momento aquí”, decía ayer un asustadizo ciudadanado al ver las fotos que VIVA JAÉN realizaba de su vehículo estacionado en pleno trazado. Su señora en la ortopedia y el esposo vigilante. Tampoco ha sido mal acogido por los amantes de deporte, del footing o de la carrera moderada a primera o última hora del día, según indica Gabriel Domínguez. “Es más que habitual ver a corredores por la zona del Polígono de los Olivares hacia las cocheras de Vaciacostales”, explica el jefe de los taxistas quien, tras una pausa, añade: “Incluso algunos ciclistas”. Son las pequeñas ventajas de tener un trazado acolchado con césped artificial y un tranvía en desuso desde hace dos años. Son, pequeñas ventajas, de la gran tragedia de haber visto cómo se abría la ciudad en canal para instalar un sistema de transporte que ha costado 120 millones de euros y que se ha convertido en el párking más barato de la ciudad. Y por supuesto, el más grande de España, hasta que el del Bulevar le quite el puesto o los jienenses vean circular un vagón.
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