El sexo de los libros

'Breviario para políticos'

Los políticos de hoy poco tienen que aprender de este manual porque ya lo saben todo sobre la ciencia del fraude y cultivan celosamente esa inmoralidad que, a través de una larga experiencia transmitida como legado entre generaciones, ellos mismos han convertido en sistémica.

En 1684 aparecía en Colonia el Breviarium politicorum (en francés: Bréviaire des politiciens; en español: Breviario para políticos), un libro que se atribuyó a la pluma del Cardenal Mazarino. El libro, originalmente escrito en latín, fue pronto traducido a muchos idiomas. Es una obra conocida y estudiada en círculos de expertos en politología. En 2007, la editorial barcelonesa Debolsillo publicó el Breviario con el prólogo que el célebre agente doble Umberto Eco realizara para la edición francesa de Arléa (París, 1996). Es juicio prácticamente unánime que el libro no fue redactado por Mazarino. Lo más seguro es que fuera compuesto por un cortesano que conoció bien al cardenal y reunió una colección de sus consejos, comentarios e ideas deducidas de sus actos.

Giulio Mazarino, o Jules Mazarin, nació en Pescina (Italia) en 1602, y murió en Vincennes (Francia) en 1661. Fue falso clérigo (jamás sería ordenado sacerdote), diplomático y hombre de Estado. En 1641 recibió el capelo cardenalicio de las sucias manos del papa Urbano VIII (Maffeo Barberini, corrupto y nepotista, bajo cuyo pontificado tuvo lugar el proceso de Galileo. Ni siquiera lo salva haber sido mecenas de Bernini). En 1642 fue investido Ministro Principal de Luis XIII por recomendación del sublime gangster Richelieu. En 1643, cuando muere el rey, su viuda, Ana de Austria, lo eleva a Primer Ministro, cargo que ejerció hasta el fin de sus días. Mazarino gobierna ya el país en el periodo de regencia de la vallisoletana, durante la minoría de edad de su hijo, el futuro Luis XIV. El purpurado fue pésimo cristiano, medianamente hábil político y tenaz intrigante. Tuvo incontables enemigos, sobre todo entre la alta nobleza. Con ocasión de la Cabale des Importants (1643) hubo una conjura para asesinarlo, que fue desarticulada. Supo resistir. Consiguió triunfos militares y políticos en la Guerra de los Treinta Años y trabajó, con éxito, para lograr el cese de las hostilidades. Francia se benefició de su destreza negociadora en la Paz de Westfalia (1648). Amargó la vida de millones de franceses con sus abusivas medidas fiscales basadas en la austeridad; pero él amasó una colosal fortuna, confundiendo la caja personal con las arcas del reino.

El Breviario para políticos es un texto interesante en muchos sentidos, si bien no es nada del otro jueves. Los políticos de hoy poco tienen que aprender de este manual porque ya lo saben todo sobre la ciencia del fraude y cultivan celosamente esa inmoralidad que, a través de una larga experiencia transmitida como legado entre generaciones, ellos mismos han  convertido en sistémica. Trampas, traiciones, engaños, desconfianza, simulación, astucia, vigilancia y sospecha permanentes, espionaje, etc. Por no entrar en latrocinios, crímenes y otros atentados de más altos vuelos. Siempre hay casos excepcionales y muy esporádicos. Sin embargo, histórica y empíricamente hay motivos de sobra para emitir un dictamen extensivo al respecto. El Breviario ayuda a comprender la funesta naturaleza humana en sí, no sólo la especialmente perniciosa de los políticos.  

He aquí algunos ejemplos. “Procúrate información sobre todo el mundo, no confíes tus secretos a nadie, pero pon todo tu empeño en descubrir los de los demás. Espía para ello a todo el mundo, y de todas las formas posibles”. O bien: “Cuando un hombre está sumido en un gran dolor, aprovecha la ocasión para adularle y consolarle. A menudo es en estas circunstancias cuando deja que se manifiesten sus pensamientos más secretos y mejor guardados”.

Fíjense en esta otra sugerencia para descubrir intimidades: “Podrás incluso, si se presenta la ocasión, hacer de médico mezclando en la comida destinada a alguien uno de esos filtros que provocan euforia e incitan a la locuacidad”. Otra perla: “Es útil, de vez en cuando, interceptar las cartas destinadas a tus subordinados. Cuando las hayas leído atentamente, procura remitírselas para que no sospechen nada”.

Prudencia ante todo: “Recuerda que son raras las amistades que nunca decepcionan. (...) No hay nadie que, con el tiempo, no pueda llegar a ser tu enemigo”. Siempre alerta: “Si alguien te manifiesta su odio, has de saber que este sentimiento es siempre auténtico: el odio, a diferencia del amor, no sabe de hipocresías”.

Para deshacerse de los pesados: “Sabiendo que los caballos son presa del pánico en cuanto perciben el olor del lobo, haz que a los caballos del importuno les den avena en la que haya estado oculta durante un tiempo una piel de lobo, o resérvales una cuadra donde esté enterrado el cadáver de un lobo. Ofrécele una habitación cuya cama esté colocada debajo de una ventana abierta durante un chaparrón. Obstruye la chimenea de modo que, cuando la enciendan, el humo invada la habitación”.

En la actualidad, y después de la que ha caído, estas perfidias parecen travesuras de colegial. Incluso en su época, el Breviario de Mazarino no contaba de la misa la media. Aunque no deja de ser un libro entretenido.              

 

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