Con el aval de haber obtenido el premio Believer Book, de haber sido alabado por la crítica estadounidense y elogiado por personalidades como Jonathan Franzen (“Hilarante y endiabladamente inteligente, una novela llena de vida”) o John Ashberry (“Absolutamente entrañable”), llega a España “Saliendo de la estación de Atocha” (Barcelona. Mondadori, 2013), la primera novela de Ben Lerner.
Nacido en Kansas en 1979, y conocido y reconocido hasta la fecha por su obra poética -fue el primer norteamericano ganador del premio Münsterfor International Poetry, además de finalista del National Book Award-, su bautismo narrativo no podría haber resultado más exitoso.
Hace ya casi una década, este autor, residió en Madrid durante un año, gracias a una beca que le permitió indagar en las consecuencias que la Guerra Civil provocó en los escritores de nuestro país, a la par que daba inicio a su personal proyecto lírico. De aquella experiencia, se ha servido -y mucho- Ben Lerner, para hilvanar una espléndida narración donde ha sabido alternar con maestría los inquietantes y sugestivos componentes de esta historia.
Adam Gordon -el alter ego del propio autor-, es un joven norteamericano que aprovecha su estancia en la capital de España para desvelar las principales claves de su propia personalidad, desentrañar la autenticidad de su proceso creativo, establecer una relación cercana, pero distante, con unos cuantos madrileños, disfrutar y divertirse lo más posible -de día o/y de noche-, criticar de forma explícita los vacuos ornamentos que rodean a la cultura, amar a una mujer mientras desea a otra y exprimir, al cabo, la estancia en una ciudad ardiente y llena de oportunidades para conocer sus interioridades político-sociales.
Pero lo que más llama la atención de este atrayente volumen es la inteligencia con la que Lerner activa una prosa, fluida, envolvente. Porque sostener durante doscientas páginas la trama que va hilvanándose a través de episodios anecdóticos, de asuntos que pudieran resultar ligeros, y conjugarlos con un protagonista que de todo se burla, que a todo saca punta -incluido él mismo-y que esconde su insatisfacción mediante pastillas, porros y alcohol, no resulta, en verdad, sencillo. Buena parte de que esta novela conserve en su versión castellana el personalísimo aroma que ha impreso en ella Ben Lerner, ha sido responsabilidad de Cruz Rodríguez Juiz, quien ha sabido leer primorosamente el original, y verterlo, después, a nuestra lengua, de manera ejemplar.
Con motivo de la presentación en España de su novela, confesaba el autor estadounidense que “el único propósito que persigue Adam Gordon durante el relato es el de ser una persona seria en el arte". Y no cabe duda de que es, ese juego de contrarios que se establece entre los verdaderos deseos del protagonista y la ironía y el sarcasmo con la que pretende conseguirlo, uno de los mayores aciertos del conjunto.Los desgraciados atentados del 11-M., servirán como telón de fondo para las últimas vicisitudesy decisionesque adoptará este singular y ya inolvidable personaje.
Quien esto escribe, tuvo la suerte de compartir con Ben Lerner muchos y muy gratos momentos durante su estadía madrileña, de conocer de primera mano sus intenciones literarias y personales, de procurar hacerle la lengua y la poesía española lo más sencillas posibles, e incluso de traducir al castellano alguno de su poemas, que verían la luz en la revista “Piedra del Molino”.Por eso, no se extraña de este y anteriores éxitos, ni de los que a buen seguro seguirán naciendo de su pluma, tan lúcida como amena.
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