La grave situación por la que atraviesa el Comedor Social de Estepona que gestiona la ONG Emaús Obra de Amor ha sobrepasado las fronteras de los medios locales y provinciales y ha dado el salto a una televisión nacional.
Esta mañana el programa Espejo Público de Antena 3 ha realizado una conexión en directo con Estepona para sacar a la luz el impago, por parte del Ayuntamiento, de los 4.000 euros que se comprometió a pagar el Consistorio en abril de 2010. Una cantidad que solo se abonó 7 meses, ya que en noviembre de ese mismo año el Ayuntamiento (del PSOE por aquel entonces) dejó de cumplir el compromiso. No cambiaron las cosas con la llegada del Partido Popular a la alcaldía, en mayo de 2011. Desde que García Urbano se hiciera con la alcaldía, no se ha cumplido ni una sola vez con el compromiso.
En el último pleno, y preguntados por el PSOE, el primer edil afirmó que "el Comedor Social no se va a cerrar. Si no lo gestiona Emaús, otra asociación lo hará" y argumentó que si no se han pagado las cantidades estipuladas es porque el convenio suscrito "tiene reparos de la Intervención". Pero desde Emaús insisten en que durante todo este tiempo han planteado al alcalde firmar un nuevo convenio, "con otra cantidad diferente si es necesario", afirma el gerente, Ildefonso Abril. Llama la atención también que, a pesar de que el Ayuntamiento alega "problemas formales" al compromiso, continúa derivando a personas que lo necesitan al comedor. "Cada semana nos llegan nuevos usuarios", asegura el gerente.
Precisamente tras la emisión de la conexión en directo en las redes sociales del Ayuntamiento se han vuelto a subir las declaraciones del alcalde en el último pleno.
En el programa de Antena 3 se ha entrevistado, además de al gerente del Comedor de Estepona, a dos usuarios, Juan Antonio Artacho y Javier Arellano, ambos con familia a su cargo y que se ven desesperados por la situación por la que atraviesan, y temen que un posible cierre del comedor les deje sin el sustento mínimo. Ambos insisten en que realmente lo que quieren es poder trabajar y no tener la necesidad imperiosa de hacer uso del servicio de caridad.
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