El pasado mes de febrero volvió a ser tremendamente negativo para el mercado laboral de Jerez, ya que se sumaron 854 parados a los existentes en el primer mes del año, lo que supone un aumento del 2,35%, por encima de la media provincial, de la regional y hasta la nacional. En total, en las oficinas de de empleo jerezanas hay registrados ya nada menos que 37.200 parados y, lo que es peor, sin que se atisbe la posibilidad de frenar esa subida que parece no tener, desgraciadamente, fin. El paro, a excepción de la industria, subió en todos los sectores de la economía local. Como siempre, el incremento fue especialmente dramático en los servicios, donde ya hay registrados 21.534 demandantes de empleo, lo que choca frontalmente con esa ideario de ciudad que alguna vez se diseñó desde la Casa Consistorial y en el que Jerez aspiraba a convertirse en ciudad de servicio y de turismo. A pesar de ser el centro de la provincia en lo que a actividad comercial hace referencia, el sector servicios no solo no es capaz de frenar la sangría de desempleados existentes, sino que incluso es la que más nombres aporta a las listas. Increíble pero cierto. Tan cierto como que la juventud comienza a dudar seriamente por el futuro de esta ciudad y muestra su inquietud de cara a su porvenir más inmediato, como muy bien explicaba este fin de semana el director del Padre Luis Coloma, José López Romero, en declaraciones realizadas a nuestro fraternal Informacion Jerez. Los jóvenes son conscientes de que en esta su ciudad no hay salidas laborales y que cuando terminen su estudios en un porcentaje altísimo tendrán que ganarse el sustento diario lejos de la población que les vio nacer y en la que viven los suyos. Está claro que con el sector servicios la ciudad no es capaz de acaparar el desempleo, el industrial repunta mínimamente, tan mínimamente que ese repunte es insignificante y, entonces, habrá que buscar otras alternativas que aquí y ahora, lamentablemente, no se encuentran. Habrá que buscar un modelo futuro de ciudad y sobre el mismo trabajar muy duro y a ritmo trepidante porque las papas y los huevos, el pan y la leche hay que comprarlos a diario
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