No han sido pocos los que se han atrevido a verter al castellano estas ya famosas ciento cincuenta y cuatro piezas. Y todos ellos -Astrana Marín, Agustín García Calvo, Carlos Pujol, Manuel Mújica Laínez, etc-, han coincidido en las dificultades léxicas y sintácticas a las que les ha llevado el genial autor inglés.
Es ahora el turno de Christian Law Palacín, que acaba de dar a la luz sus versiones. En su prefacio, anota: “Sin que la métrica deje de asediarlo, el traductor se las ve al mismo tiempo con la altísima lengua literaria del original, que se manifiesta ya desde el primer verso y sufre pocas caídas a lo largo de la serie”. Estas y otras complejidades, se han visto resueltas con certero tino y elegancia. La elección del endecasílabo blanco como sustituto del pentámetro yámbico resulta ideal para apreciar las sabias tonalidades shakesperianas, si bien, obliga a prescindir de algunos términos del original.
Poco se sabe a ciencia cierta de estos sonetos, excepto que fueron escritos a finales del XVI y que se editaron en 1609 por iniciativa de Thomas Torpe. En esta edición, se omiten las múltiples conjeturas sobre quiénes eran o representaban el “Fair Young Man” o la “Dark Lady” y se deja paso a la verdadera emoción que estos textos encierran.
Ejemplos de ingenio y sutileza verbales, no es fácil concluir si esta obra es auténtica en cuanto a su trama de amor, dolor, dicha, sufrimiento…, o si tras ella, tan sólo se esconde el deseo de dar cuenta de la imaginería lingüística del poeta británico y del exquisito arte para su seductora lírica (“Cuando mi amor me jura que ella es fiel/ sé que me miente, pero disimulo (…)Camino de la cama aún nos mentimos/ y allí nuestro pecados se consuelan”).
Pero de lo que sí puede disfrutarse, sin lugar a dudas, es de su diversidad de registros, de sus deslumbrantes hipérboles, de su cántico sugestivo… y del luminoso cromatismo de su verbo, inigualable cuando trata de Amor: “¿Por qué no van mis versos a la moda/ del tema inesperado y se repiten? (…) ¿Por qué escribo hoy lo mismo que mañana? (…) Porque, mi amor, tú eres mi materia/ y amor y tú de nuevo mi argumento”.
Consciente de que su verbo perduraría más allá de su siglo y de los venideros, tal vez William Shakespeare quiso ocultar las huellas de su vida. Poco sabemos de él, aparte de que nació en Stadford-upon-Avon el 23 de Abril de 1564 y murió el mismo día y en el mismo lugar en el año 1616. Se casó, tuvo hijos, viajó a Londres, y escribió poemas y obras teatrales que forman parte de uno de los legados más sobresalientes de toda la historia de la literatura. Y estas bellas y renovadas páginas vuelven a dar fe de ello.
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