La Feria de San Lucas ha llegado a su ecuador y los días transcurridos han servido para valorar lo mejor y lo peor de esta edición de la Feria de octubre, entre jienenses y visitantes. Por delante quedan cinco días para disfrutar de las actividades programadas por la Feria de Día y de las comodidades de un recinto ferial que cada vez gusta más.
Pero si hay algo que enganche de San Lucas es el ambiente de su gente, su carácter hospitalario y las ganas de pasarlo bien que derrochan estos días quienes disfrutan de la Feria de San Lucas.
Es algo evidente para los que visitan Jaén estos días llegados de provincias vecinas como Córdoba. En una encuesta realizada por este periódico, la cordobesa Encarnación Rodríguez resaltaba el carácter abierto y extrovertido de los jienenses, que hacen partícipe a cualquiera de la Feria de la capital.
La estructura de las casetas, prácticamente similares y abiertas a todos, y el mismo nivel de éstas en el recinto ferial, evitando subidas y bajadas de cuestas, es uno de los aspectos más valorados. La gastronomía que en sus cocinas se elabora para degustarla en sus mesas es otro de los encantos. Sin embargo, hay quienes reconocen que no es recomendable comer muchos días en el recinto ferial, por la falta de variedad de platos que no hagan repetitivo el disfrute de un almuerzo o una cena.
En cuanto al número de casetas, hay quienes aseguran que si se habilitaran más la Feria de San Lucas obtendría otra categoría. La distribución entre las de comida, mixta y de copas, es una característica que no disgusta.
Lo que menos gusta es que las calles del ferial se vean llenas de suciedad habiendo contenedores para evitarlo.
En cuanto a la Feria de Día, el Mercado Medieval se ha convertido en un entretenimiento para quienes pasean por el centro de la ciudad, en busca de una taberna o bar donde compartir una buena mesa. La ventaja de estos últimos, la amplia variedad gastronómica, muy típica de Jaén para quienes visitan la capital estos días.
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